El conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás, es una de las definiciones de identidad. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el patrimonio cultural es a la vez un producto y un proceso que suministra a las sociedades un caudal de recursos que se heredan del pasado, se crean en el presente y se transmiten a las generaciones futuras para su beneficio. Contribuye a la revalorización continua de las culturas y de las identidades, y es un vehículo importante para la transmisión de experiencias, aptitudes y conocimientos entre las generaciones.

Aunque así lo entienden en varios lugares del mundo, Tucumán se ha caracterizado por destruir su patrimonio arquitectónico. En los últimos lustros varios inmuebles con valor cultural han sido víctimas de la piqueta. Ese derrotero pareciera que seguirá la ex sede del Banco Francés, ubicada en San Martín 730, que fue inaugurada el 7 de febrero de 1913. El edificio pertenece a la Caja Popular de Ahorros, que había solicitado al Instituto de Estructuras de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNT que efectuara un relevamiento sobre el estado de la construcción.

El director municipal de Catastro le dijo a nuestro diario que el organismo crediticio había solicitado la demolición total y que “falta un último trámite pero prácticamente ya está la autorización”. El funcionario señaló que la solicitud de demolición hay una resolución del interventor de la Caja Popular, por la que se toma la decisión de demoler; y un informe del Instituto de Estructuras, que se refiere al estado muy complicado del inmueble indica que la fachada está asentada sobre 11 metros de superficie blanda y tiene un elevado contenido de agua. Un ingeniero de esa entidad de la UNT dijo que les encargaron un proyecto de recalce de la fachada del edificio, en lo que aún están trabajando. “Acá no hay blancos o negros: la ingeniería hoy permite desde mover las pirámides de Egipto de lugar hasta construir edificios de 800 metros de altura... claro que para todo hay que tener presupuesto y las cuestiones financieras, muchas veces, terminan tomando las decisiones”, sostuvo. Por su lado, la representante de la Unsta en la Comisión de Patrimonio de la provincia dijo que sería una pena que se demoliera ese edificio no solo por su elevado valor patrimonial, sino también porque se afectaría todo el conjunto arquitectónico de esa zona.

Lo llamativo es que el edificio había sido reciclado en 2011 cuando se realizó allí Espacio Dar, una exposición de diseño interior y arquitectura. En esa oportunidad se demolieron pisos, se renovaron techos y cielos rasos, cañerías; se cambió íntegramente la instalación eléctrica y sanitaria.

En los últimos tiempos, para favorecer negocios inmobiliarios, los gobernantes autorizaron la destrucción de valiosos inmuebles. Sería lamentable que el centenario edificio que además no cuenta con la protección de la Ley de Patrimonio de la provincia, fuera demolido por orden de un organismo estatal, principal responsable de que en siete años, este se haya deteriorado considerablemente, pese a que 2014, había autorizado la recuperación del inmueble.

Cada edificio antiguo con valor patrimonial que se abandona y se demuele, es un pedazo de identidad de Tucumán que se sepulta; es posible que poco tiempo, la nuestra se convierta en una ciudad sin historia.