Era la frutilla del postre para cerrar de local una temporada inolvidable, pero falló en el momento menos esperado. Atlético llegaba a este compromiso con la posibilidad de alcanzar transitoriamente al liderazgo de la Superliga y no lo logró.

Extrañamente, futbolistas que hasta ahora habían sido determinantes, no estuvieron acertados en su cometido. A pesar del 2-0 favorable Atlético nunca dio la impresión de ser un equipo hegemónico en su juego y terminó sucumbiendo ante un adversario que otra vez sacó a relucir el amor propio para revertir el mal momento. Un trago amargo que no se esperaba.