El experto en genética Daniel Corach testificó ayer y agitó la sala del juicio por el asesinato de Paulina Lebbos. El investigador afirmó ante el Tribunal que los resultados de las pruebas de ADN  obtenidas entre 2013 y 2014 son inválidas y “no excluyen” a las personas que se habían sometido a pruebas de sangre para la comparación de muestras.

El referente del Servicio de Huellas Digitales Genéticas (SHDG) de la Universidad de Buenos Aires, aclaró que no se puede excluir posibles perfiles genéticos a a partir de resultados “parciales”. 

“El informe que determinó como válido el laboratorio San Martín, cuando es inválido, puede favorecer a algunas personas como puede afectar a otras”, expresó. “La información presentada era demasiado escasa cuando me solicitaron el estudio de ADN mitocondrial (en 2014). Ahí surgen las discrepancias”, enfatizó luego.

En la audiencia, Corach mostró sus diferencias con las conclusiones del  Laboratorio de Genética Forense de la Superintendencia de Policía de la provincia de Buenos Aires, institución que en julio de 2013 (no en  2014 como se publicó en la edición de ayer) realizó análisis de las uñas y de pelos recolectados del cadáver de la víctima para intentar obtener el perfil genético y ADN mitocondrial, es decir, el linaje o línea materna.

Cristian de Candia, del centro de investigación de la Policía bonaerense, indicó en la jornada judicial del martes que se habían registrado tres perfiles diferentes. “Estamos seguros de que uno de ellos era el de Paulina, por las uñas. Respecto del ADN mitocondrial, no se obtuvo algo completo, sino parcial. En el resultado parcial, vimos que lo obtenido de las uñas que pertenecían a Paulina, era distinto respecto de los pelos, y los pelos eran diferentes entre sí”, dijo el doctor en genética, quien había participado en las evaluaciones de 2013. En ese momento, subrayó que esto llevaba a excluir posibles perfiles y no incluir, a la hora de comparar evidencias.

Corach coincidió ayer con que las muestras estaban contaminadas y mal conservadas, lo que podría haber incidido para no obtener resultados completos, tanto en 2013 como en 2014. “El análisis de las uñas estaba cerrado, porque ya había sido identificado el perfil de Lebbos. En cambio, las otras dos muestras (pelos cano y también teñido) presentaban errores y poca información. Eso no habría permitido que sean válidas para la comparación, de acuerdo a la declaración del investigador.

Macario Santamarina, defensor del único imputado por el crimen de la joven (el resto es acusado por encubrimiento), expresó luego que las referencias del científico “no perjudican ni complican” a su defendido. “No sirven para comparar”, destacó. “La conclusión más completa que realizó el doctor Corach invalida las evidencias, por lo que no se puede usar como medio de prueba de cargo o descargo”.

Emilio Mrad, representante de la querella, recordó que esta parte había objetado que las pruebas de pericia “no contaban con una cadena de custodia”, cuando el entonces fiscal de la causa, Carlos Albaca, había solicitado en 2013 los estudios en Buenos Aires. “Por lo tanto, sostenemos que ese material pudo haber sido adulterado, manipulado o se pudo haber cambiado los pelos. Las declaraciones del doctor Corach confirman esta posición”, añadió. También señaló que en ese momento había impugnado las muestras obtenidas de Gabriel Alperovich y César Soto, entre otros, por “mala preservación”.