El fallecimiento de Eduardo Federico García Hamilton, ocurrido ayer en esta ciudad, suscitó un doloroso eco en amplios sectores de la comunidad tucumana, donde lo rodeaban un bien ganado prestigio y muy sinceros afectos. Hijo de Enrique García Hamilton y Lucía Elena Aráoz, y nieto de don Alberto García Hamilton, el fundador de LA GACETA, con nuestro diario tuvo larga y destacada vinculación.

Había nacido en Tucumán el 1 de agosto de 1940. Cursó los estudios primarios y secundarios en el Colegio Sagrado Corazón y comenzó estudios de ingeniería civil en la UNT. Los abandonó en 1961, para seguir la tradición periodística de sus mayores. Se inició como aspirante en LA GACETA, donde sus aptitudes lo fueron llevando a funciones de creciente responsabilidad. Ellas culminaron, en 1971, con su nombramiento de director del diario y gerente de la sociedad editora.

Tocaron a su gestión los tiempos difíciles que marcarían a esa década en la historia de la provincia y del país. Supo afrontarlos con decisión, mientras se dedicaba esforzadamente a la modernización del diario. Bajo su conducción, la empresa adquirió las nuevas maquinarias para la impresión en “offset” y la construcción de la planta donde ellas se instalaron, en la avenida Salta, en 1971. Esto además de adelantos tan significativos como la incorporación de computadoras para la confección e impresión, en 1981. Presentaría su renuncia a la dirección del diario, en 1989.

No por eso se apartó del periodismo. En 1990 fundó el matutino “Siglo XXI”, que dirigió y editó hasta fines de 1999. Luego, en Buenos Aires, en 2001 se hizo cargo por una temporada del gerenciamiento del diario económico “BAE”. Su última actividad periodística, fue el rediseño y la asesoría del diario “La Calle”, de Concepción del Uruguay.

Concentró los esfuerzos de sus últimos años, en la Comisión Asesora Vitalicia de la Fundación Lillo, a la que pertenecía desde 1985 y cuya presidencia asumió en 2012. Bajo su guía, la institución concretó importantes logros. Entre ellos puede citarse la instalación del Museo Histórico Lillo y la edición de la decena de tomos de la “Colección del Bicentenario”, todo en la época en que su salud ya empezaba a deteriorarse.

Durante sus años de periodista, además de participar en numerosos seminarios y asambleas en el país y en el exterior, fue, por ejemplo, presidente del directorio de la Agencia DyN, por cuatro períodos desde 1985; integró el International Press Institute de Londres y recibió, entre otras distinciones, el Diploma Konex 1987 en la disciplina “Dirección periodística”. Se desempeñó también como miembro consultor del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (Cari).

En el Jockey Club de Tucumán, se singularizó como activo presidente de la Comisión del Interior y organizador de notables muestras de artes plásticas. Fue, en sus años jóvenes, un dotado deportista, que llegó a jugar en la primera división de Tucumán Rugby.

Era un hombre de personalidad fuerte y naturalmente realizadora. Así lo demostró en los ámbitos en que le tocó actuar, a todos los cuales imprimió un sello inconfundible. Lo caracterizaban una rápida comprensión de las situaciones y una gran capacidad para darles la respuesta inteligente y concreta. No rehuía las responsabilidades y las enfrentaba con todas sus consecuencias.

Naturalmente hospitalario, supo ser amigo de sus amigos y disfrutar en plenitud las cosas gratas de la vida: las reuniones con gente de su afecto, la conversación con sentido del humor, la buena mesa. De su matrimonio con Teresa Cristina Terán nacieron seis hijos, uno de los cuales tuvo la desgracia de perder hace pocas semanas, en un accidente de tránsito. Le dieron varios nietos, a los que brindó todo su cariño.

La muerte de Eduardo García Hamilton cierra el ciclo de un hombre valioso y ampliamente reconocido por los tucumanos. Lo rodearon la amistad, el afecto y el respeto de un gran número de personas, a quienes su partida apenó profundamente.