En su trabajo de 1995, “El surgimiento de la vivienda moderna en el siglo XX en Tucumán”, el arquitecto Diego Lecuona reflexionaba sobre la novedad que significó la aparición de los edificios de departamentos en altura en nuestra ciudad, tema en el cual fueron pioneros los de la Galería “Pezza” y de “La Continental”.
Este último tenía “unidades amplias, de mucho mayor desarrollo espacial”, mientras el primero “proponía una forma de vida más ajustada, con unidades más pequeñas. Para Tucumán, el primero constituía casi un edificio de lujo, mientras el segundo era una versión moderna de la vivienda propuesta para la clase media”.
Ambos inmuebles “fueron hitos de la arquitectura moderna en la tranquila ciudad provinciana de entonces”, expresa el autor. “Más allá de la altura desusada de los edificios y de la aceptación del hecho de convivir con otras familias en un mismo local, esta arquitectura colectiva exigía acostumbrarse a muchas ideas nuevas”. Apunta que “lo más extraordinario debe haber sido el hecho de prescindir del patio familiar. Junto a ello, la cercanía de todas las partes de la casa entre sí, hecho que resultaba casi promiscuo; la imposibilidad de mantener un grupo de empleados de servicio, como era costumbre entre las familias de buen nivel económico; la dependencia obligada del ascensor; la dificultad de aislar los sonido que producían los vecinos, etcétera”.
Todo eso, claro está, junto con las otras ventajas que ofrecía la modernidad. Por ejemplo “el confort, la menor superficie, las mayores comodidades de una tecnología de punta, la mayor seguridad de los departamentos separados de la calle, etcétera. Sin embargo, el balance no parece haber resultado demasiado favorable porque el modelo no se repitió hasta varios años después”.