Durante 12 años, el bar cultural Patio Lorca fue -además de restaurante- un espacio para espectáculos teatrales, musicales y también de cine debate o charlas. Lo distinguía el particular perfil de su dueño, Diego Zelaya (71), que fue un militante de la lucha estudiantil antidictadura en los 70. Por eso en su bar propició el revisionismo histórico de aquella época sobre la que se había echado “un manto de olvido”, afirmó.
Si bien la sala auditorio seguirá funcionando hasta fin de año, para cumplir con compromisos ya adquiridos, el bar cierra hoy. La actual situación económica y el incremento de tarifas significa para el local un enorme déficit financiero. De todos modos, Zelaya aclaró que no se resigna. “Lo tomamos como un parate para volver con la sala en un futuro, con el cine, el teatro y las charlas”, anticipó. “Todos los eventos que organizamos estuvieron siempre acordes con las ideas y los intereses del campo popular. A la hora de facilitar el espacio para eventos no distinguimos entre corrientes políticas particulares, salvo que fueran de derecha -explicó-. Nuestro salón lleva el nombre de una estudiante secuestrada y desaparecida por la dictadura”.
Uno de los roles que cumplió Patio Lorca fue el de lugar de encuentro de antiguos militantes de la izquierda y del peronismo, que a menudo compartían sus recuerdos con jóvenes interesados en conocer lo que fue aquella época. “En los 70 también se proyectaba cine en los ingenios y en los sindicatos, como una forma de alentar el debate político. Aquí hicimos lo mismo. Fue una manera de recordarlo. Se acercaba mucha gente que quería saber lo que había pasado en esos años. Muchos se empezaron a animar a hablar y venían muchos estudiantes. Se daban cursos, mucha gente hablaba”, comentó Zelaya, que durante el Tucumanazo participó en el centro de estudiantes de Ciencias Económicas.