Científicos argentinos identificaron en pozos de agua de la localidad tucumana de Los Pereyra dos cepas de bacterias que podrían considerarse patógenos “indirectos” para el ser humano, ya que facilitan la transformación del arsénico (As) a un estado de oxidación que lo vuelve más tóxico.

La agencia de Ciencia y Técnica de la Fundación Leloir informó que el hallazgo fue realizado en pozos de agua de Los Pereyra, localidad que exhibe registros históricos de arsénico en exceso: en este caso, muestra más de 200 veces los límites que estipula la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el agua de consumo.

Las cepas aisladas, Brevibacterium sp. AE038-4 y Microbacterium sp. AE038-20, mostraron en estudios de laboratorio que no sólo sobreviven en aguas con concentraciones altas de arsénico, sino que también promueven su reducción desde su forma pentavalente o As (V) a una trivalente o As (III), lo que favorece su movilización desde los sedimentos hacia napas de aguas subterráneas. El As (III), por otra parte, también se considera más perjudicial para la salud, consigna la nota de la fundación Leloir.

“La ingesta constante de arsénico puede provocar daños irreversibles”, dijo a la Agencia CyTA-Leloir la doctora Marcela Ferrero, investigadora del Conicet en Y-TEC, que lideró el estudio cuando era jefa del Laboratorio de Microbiología Ambiental del Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (Proimi), y cuya sede está en San Miguel de Tucumán.

Vivir contaminados

Según una revisión de 2016, Argentina es uno de los 12 países en el mundo con mayor concentración de arsénico en el agua. Y uno de cada 10 argentinos vive en un área donde el agua está contaminada con este metaloide de origen natural que ha sido apodado “el rey de los venenos”. El consumo crónico se asocia con ciertos cánceres y lesiones cutáneas.

El nuevo trabajo fue publicado en la revista “Canadian Journal of Microbiology”. Y para la primera autora del estudio, Daniela Maizel, becaria posdoctoral del Conicet en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UBA y en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE), en Buenos Aires, aporta datos “para que en un futuro podamos desarrollar más herramientas que nos permitan combatir esta problemática”. Por su parte, Ferrero resaltó que es importante monitorear la calidad del agua para consumo. Y añadió que su equipo también está estudiando bacterias que realizan la transformación del arsénico en un sentido contrario, desde As (III) a la forma menos tóxica, con el objeto de favorecer la detoxificación o remediación de las aguas contaminadas.

Del estudio también participaron Pilar Balverdi y Adriana Sales, del Instituto de Química Analítica de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT); y Barry Rosen, de la Facultad de Medicina Herbert Wertheim de la Universidad Internacional de Florida, en Estados Unidos.

Una vieja historia

Desde hace décadas, investigadores tucumanos y del resto de la Argentina estudian el impacto en la salud de numerosas poblaciones del este tucumano en las que no hay agua potable, y que consumen agua con arsénico de pozos en concentraciones que superan los limites establecidos por el Código Alimentario Argentino.