> PUNTO DE VISTA

GABRIELA ABAD | DOCTORA EN PSICOLOGÍA

“Animal” y “Relatos salvajes” son los títulos de las películas que suscitan las reflexiones de esta nota. Cabe aclarar que a la primera no la vi todavía, pero llama la atención que en ambas se hace hincapié en la condición de “animalidad”, quizás metaforizan la pérdida de la condición humana en algunas circunstancias.

El hombre está sujeto a una sociedad, a una nación, a una cultura, a una ley, a una genealogía y justamente todos estos amarres son los que sostienen su condición de sujeto. Asujetado a un sistema que lo ubica en las coordenadas simbólicas del tiempo y del espacio.

Somos hombre en tanto entramados en un sistema de legalidades tales como el lenguaje, la política, la historia, las ideologías, etcétera. Que por un lado nos contienen y por el otro nos aprisionan.

Soltarse de estas amarras es de alguna manera perder esa condición humana. No se reduce a algo tan sencillo como perder el control de una situación, es más profundo.

Porque para sostenernos en todos estos sistemas precisamos que esos sistemas funcionen, que efectivamente podamos sentirnos parte de ellos, tener voz y voto en el contrato social. Pero uno de las características de la sociedad actual es la pérdida de su capacidad de sostén porque no hay tiempo ni espacio para la escucha, y menos aún para permitir que el sujeto pueda expresarse.

Esta situación lo fragiliza, lo deja menos asujetado, sin capacidades para expresar su malestar o su dolor de existir, el otro social es un “muro” sin permeabilidad alguna. Si a esto se suma algún detonante que no lo puede soportar, una situación límite o el rechazo del otro social a sus demandas, puede perder las amarras, se pierde, pierde su condición humana para caer eyectado de la escena social como un proyectil capaz de cualquier cosa.

Esto en psicoanálisis lo llamamos pasaje al acto, cuando el sujeto se precipita en actos perdiendo su anclaje en todas las creencias e ideales sobre los que asentaba su vida.

Por la falta de lugar, el muro, como diría Pink Floyd, con el que la sociedad actual rechaza al sujeto es que se multiplican estos pasajes al acto y obviamente el cine toma esta problemática que nos atraviesa.