LA MISA DE HOY

PBRO. MARCELO BARRIONUEVO

“Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, éste es mi cuerpo». Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: ‘Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba de nuevo en el Reino de Dios’”.

Durante años, el Señor alimentó con el maná al pueblo de Israel errante por el desierto. Aquello era imagen y símbolo de la Iglesia peregrina y de cada hombre que va camino de su patria definitiva, el cielo; aquel alimento del desierto es figura del verdadero alimento, la Sagrada Eucaristía. “Éste es el sacramento de la peregrinación humana (...). Precisamente por esto, la fiesta anual de la Eucaristía que la Iglesia celebra hoy contiene en su liturgia tantas referencias a la peregrinación del pueblo de la Alianza en el desierto”. Moisés recordará con frecuencia a los israelitas estos hechos prodigiosos de Dios con su Pueblo: No sea que te olvides del Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud....

Día de acción de gracias

Hoy es un día de acción de gracias y de alegría porque el Señor se ha querido quedar con nosotros para alimentarnos, para fortalecernos, para que nunca nos sintamos solos. La Sagrada Eucaristía es el viático, el alimento para el largo caminar de la vida hacia la verdadera Vida. Jesús nos acompaña y fortalece aquí en la tierra, que es como una sombra comparada con la realidad que nos espera; y el alimento terreno es una pálida imagen del alimento que recibimos en la Comunión. La Sagrada Eucaristía abre nuestro corazón a una realidad totalmente nueva. Aunque celebramos una vez al año esta fiesta, en realidad la Iglesia proclama cada día esta dichosísima verdad: Él se nos da diariamente como alimento y se queda en nuestros Sagrarios para ser la fortaleza y la esperanza de una vida nueva, sin fin y sin término. Es un misterio siempre vivo y actual.

Los primeros siglos

La fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, llevó a la devoción a Jesús Sacramentado fuera de la Misa. En los primeros siglos de la Iglesia se conservaban las Sagradas Especies para poder llevar la Comunión a los enfermos y a los que, por confesar su fe, estaban en prisión en trance de sufrir martirio. Con el paso del tiempo, el amor al Señor que se quiso quedar con nosotros condujo a tratar con la máxima reverencia su Cuerpo y su Sangre y a darle un culto público: bendición con el Santísimo, procesiones, visitas al Sagrario, adoraciones nocturnas, comuniones espirituales y actos de reparación, etc. Un modo de valorar y ser sensibles a este gesto de amor de quien murió por mí y por su Iglesia (Cf Gal 2,20), y por todo el mundo (Cf Col 1,20).

Dios vive en la Eucaristía, busquemos su alimento para fortalecer nuestras vidas.