La Gran Barrera de Coral ha sobrevivido a cinco episodios mortales relacionados con el clima en los últimos 30.000 años, pero puede que no sea lo suficientemente resistente como para recuperarse del actual. A esa conclusión llegó un grupo de expertos que llevó a cabo un estudio internacional a lo largo de 10 años, que fue publicado ayer en “Nature Geoscience” y que reproduce la agencia DPA.

La barrera, ubicada frente a las costa este de Australia, es el mayor sistema de corales del mundo y uno de los ecosistemas más diversos con millones de formas de vida marina. En los últimos años ha sufrido el ataque de una estrella epidémica, sedimentación, degradación de la calidad del agua, la acidificación del océano y extensos eventos de blanqueamiento.

Según el estudio, la Gran Barrera se adaptó a los cambios moviéndose por el fondo marino a medida que el nivel de los océanos subía o bajaba. Es más resistente a los cambios del nivel del mar y a su temperatura de lo que se creía antes. Pero no se sabe si lo será lo suficiente para sobrevivir al deterioro actual, dijo el director del estudio y profesor asociado de la Universidad de Sydney, Jody Webster.

Empleando los datos de corales fosilizados, el estudio abarca los cambios desde el último periodo glacial, hace 20.000 años, cuando el nivel del mar estaba 118 metros por debajo del actual, hasta el afloramiento de la barrera actual hace 9.000 años.

Recuperación

De esta forma se logró determinar que la Gran Barrera sufrió cinco eventos letales generalizados pero pudo recuperarse con el tiempo gracias a la continuidad de los hábitats de la barrera con corales y algas coralinas y a la habilidad de migrar de forma lateral entre 0,2 y 1,5 metros por año.

Sin embargo, se considera poco probable que sobreviva al aumento de las temperaturas superficiales marinas actuales, la rápida disminución de la superficie cubierta con coral, el avance del blanqueamiento, el descenso de la calidad del agua y el incremento del flujo de sedimentos.

Sedimentos

Webster explica que la Gran Barrera ha sido especialmente sensible a los flujos de sedimentos en el pasado. “Esto significa que en este periodo necesitamos entender cómo las prácticas de la industria primaria están afectando al aporte de sedimentos y la calidad del agua en la barrera”, explica.

Este asunto preocupa a los protectores del medio ambiente cada vez más desde hace unos años, puesto que cada vez más sedimentos, sobre todo procedentes de terrenos de pasto y por la deforestación, están entrando en la barrera, afectan la calidad del agua y reducen la luz del sol que llega a los corales. Los investigadores advierten de que este proceso podría provocar graves efectos a largo plazo, entre ellos, reducir su resistencia a enfrentarse a otras amenazas como el blanqueamiento y la acidificación del océano.

El Gobierno australiano anunció este mes la inversión de unos 380 millones de dólares para ayudar a recuperar y proteger la Gran Barrera de Coral en los próximos años, entre otras cosas, mejorando la calidad del agua.