FIESTA NACIONAL DE TEATRO

Con frecuencia y acierto suele decirse que todo teatro es político, ya que implica una toma de posición y un discurso semiotico en consecuencia, más allá de que haya una específica construcción en ese campo desde la praxis con creadores como Edwin Piscator y Bertolt Brecht, por citar sólo a dos.

En “Yo, Encarnación Ezcurra” Cristina Escofet elabora un texto en el que, a partir de la figura de la esposa de Juan Manuel de Rosas, estructura un manifiesto sobre el poder y, particularmente, cómo ejercerlo. Pero el intento dramático podría haber quedado en un panfleto de baja inspiración de no ser por la fabulosa dirección de Andrés Bazzalo y la magnífica interpretación de Lorena Vega, en un monólogo que tiene el acompañamiento clave de un trío que interpreta canciones originales en vivo. Su llegada a Rosario para la Fiesta Nacional de Teatro fue uno de los picos más altos del encuentro.

“El poder es prepotente o cacareada de político aguachento” es una de las primeras de las muchas consignas de la matrona que se escuchan en la obra, dicha con precisión justa en el tono y en el ritmo y con una presencia que ocupó todo el gran escenario del teatro De la Comedia. Su proyección artística llena todos los rincones de un espacio casi vacío, con apenas un camastro, un espejo y unas cartas desparramadas.

La vigencia absoluta del texto se cuela en cada frase, con una actualidad brutal en sus conceptos sobre cómo ejercer la conducción de un proyecto político. “El pueblo es la mayor joya y yo soy el pueblo” y “la política necesita de la traición”, afirma el personaje y sus palabras podrían ser de Eva Perón. La obra discurre hasta la tragedia de la muerte de Ezcurra, corolario de su frase “el poder se va antes de que uno caiga”.

Dos propuestas

Bahía Blanca aportó uno de los tres elencos seleccionados por la Provincia de Buenos Aires con una obra basada en textos de Alejandro Urdapilleta, interpretado por Matías Sanders y Sofía Fernández.

“Como la espuma de un mar enorme” es una apuesta riesgosa de un elenco joven y que está haciendo sus primeras experiencias escénicas. La idea parte de un actor y una actriz comprometidos con el trabajo, aunque sin la suficiente decantación en la madurez de la idea. La búsqueda le permitió llegar a Rosario pero debe ser entendido como una parada más de su camino artístico y no como el punto final.

La Fiesta fue luego al sur profundo. “Rivera despojada” fue la elegida por Tierra del Fuego y su puesta de orientación expresionista (aunque no termina de cerrar) y extremadamente marcada a fuego por la dirección de Eduardo Bonafede (tambien su protagonista y autor) generó atención inicial pero luego decantó hacia lo previsible, sin cambios de ritmo ni de intención dramática.

La obra refleja a personajes típicos del lugar, según explicó Bonafede (quien ya participó de otras Fiestas) y su cierre replicando el inicio le dio el clima de estar en un sitio sin salida, con seis espectros condenados a deambular la eternidad despojados de ilusiones y futuros.