El 1 de mayo de 1982, luego de varios días navegando por el Atlántico Sur, el capitán Sergio Gómez Roca, al mando del aviso ARA “Alférez Sobral”, recibió la orden de destacarse hacia un punto donde debían encontrar y rescatar a dos pilotos. Eran los tripulantes de un avión Camberra que había sido derribado. Ellos se habían eyectado y cayeron al mar, marcando el bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina.

La misión implicaba un altísimo riesgo, ya que iban a internarse en la zona de exclusión británica y estarían expuestos a los ataques del enemigo. Continuaron navegando, pero al llegar al lugar no encontraron a los pilotos eyectados y comenzaron con las tareas de búsqueda.

El Sobral logró pasar inadvertido durante toda la noche del 1 de mayo y el día siguiente, pero esa noche fue detectado y sobrevolado por un helicóptero Sea King británico que se alejó enseguida. Un enfrentamiento sería inminente, por lo que se ordenó cubrir el puesto de combate. Minutos después fueron sobrevolados por otro helicóptero y el comandante ordenó abrir fuego contra esa aeronave.

Gómez Roca sabía que se avecinaba un nuevo ataque enemigo, pero insistió en la búsqueda de los compatriotas. Optó por quedarse con una dotación mínima en los puestos de control y de combate del barco y el resto de la tripulación recibió la orden de guarecerse en las bodegas, para mantenerla a salvo.

El capitán divisó unas luces que se aproximaban. Eran misiles teledirigidos de las fuerzas británicas, que terminaron con su vida y la de otros seis marinos de distinto rango. El barco quedó prácticamente destruido, sin comunicación y con el puente de mando convertido en un manojo de hierros retorcidos.

Tres días después, luego de una navegación casi a la deriva, el Sobral logró acercarse a la costa patagónica con la tripulación sobreviviente. Sin saberlo, Gómez Roca pasó a la historia por su valor y por convertirse en el primer comandante argentino que murió en su puesto de mando por acción de guerra frente al enemigo. La odisea del Sobral ha sido rescatada por varios historiadores, y una detallada semblanza puede leerse en el libro “La epopeya del aviso Alférez Sobral”, de Jorge Muñoz.

semblanza
una vida entera entregada al mar
Sergio Raúl Gómez Roca nació en Salta el 7 de junio de 1942. Por razones profesionales, su padre fue trasladado a la ciudad de Mar del Plata, donde el joven Sergio tomó contacto con el mar y con la Armada Argentina. Ingresó a la Escuela Naval Militar en febrero de 1958 y cinco años después, luego de efectuar el primer Viaje de Instrucción en la fragata ARA Libertad, egresó como Guardiamarina. En 1965, casi dos años después de recibirse, se casó con Juana Rubí Ferrer, su novia desde sus años de cadete naval. Hizo una carrera profesional tradicional, prestando servicio en unidades navales de superficie y adquiriendo capacitación en buceo. Tuvo el honor de recibir del Gobierno español la condecoración Orden al Mérito Naval de Primera Clase. Luego de 27 años en la Armada se le asignó el comando del aviso ARA “Alférez Sobral”, una de las unidades que más millas navegaba al año y de larga tradición en nuestra Marina. Quienes lo conocían aseguran que era dueño de una personalidad muy particular que combinaba seriedad y formalismo con ocurrencias humorísticas que le permitían atemperar situaciones complicadas. Gómez Roca fue ascendido post mórtem al grado de Capitán de Fragata.
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Una vida entera entregada al mar

Sergio Raúl Gómez Roca nació en Salta el 7 de junio de 1942. Por razones profesionales, su padre fue trasladado a la ciudad de Mar del Plata, donde el joven Sergio tomó contacto con el mar y con la Armada Argentina. Ingresó a la Escuela Naval Militar en febrero de 1958 y cinco años después, luego de efectuar el primer Viaje de Instrucción en la fragata ARA Libertad, egresó como Guardiamarina. En 1965, casi dos años después de recibirse, se casó con Juana Rubí Ferrer, su novia desde sus años de cadete naval. Hizo una carrera profesional tradicional, prestando servicio en unidades navales de superficie y adquiriendo capacitación en buceo. Tuvo el honor de recibir del Gobierno español la condecoración Orden al Mérito Naval de Primera Clase. Luego de 27 años en la Armada se le asignó el comando del aviso ARA “Alférez Sobral”, una de las unidades que más millas navegaba al año y de larga tradición en nuestra Marina. Quienes lo conocían aseguran que era dueño de una personalidad muy particular que combinaba seriedad y formalismo con ocurrencias humorísticas que le permitían atemperar situaciones complicadas. Gómez Roca fue ascendido post mórtem al grado de Capitán de Fragata.