Desde 2009 la Organización Mundial de la Salud promueve en marzo un trabajo de generación de conciencia sobre una enfermedad de los ojos que se considera la segunda causa de ceguera en todo el mundo: el glaucoma. “Dado que con frecuencia pasa inadvertida en sus primeras etapas, es conocida como ‘el ladrón silencioso de la vista’”, cuenta Stuart Carduner, paciente con glaucoma, en la página de la Asociación Americana de la Ceguera. “Las alteraciones que produce en la vista suelen ser bastante lentas y, por lo general, es difícil percatarse de estos cambios graduales”, añade.

Coinciden con él especialistas tucumanos del hospital Padilla, que han organizado para este viernes, de 7.30 a 17, una campaña de detección precoz.

“Es una intervención gratuita, rápida e indolora; se mide la presión intraocular (PIO) y se ve el estado del nervio óptico. Si se halla alguna patología, se le dará al paciente un turno programado para controles más profundos y tratamiento”, informa Noel Rivero, oftalmóloga del servicio del Padilla.

La parte anterior del globo ocular está lleno de un líquido transparente que se llama humor acuoso (ocupa el 3 % del interior del ojo). Su función es nutrir y oxigenar las estructuras que no tienen aporte de sangre, como la córnea y el cristalino. Pero, además, la presión que ese líquido ejerce dentro del ojo sostiene “en su lugar” estructuras que no son inmóviles.

Agudo o crónico

El humor acuoso se renueva constantemente. “Se forma en la cámara posterior del ojo y fluye hacia la anterior a través de la pupila -explica a LA GACETA Javier Marengo, jefe del Servicio de Oftalmología del Padilla-. Allí lo absorbe la red trabecular (un tejido esponjoso) que lo drena hacia la red venosa”.

La PIO considerada normal se ubica en un rango que entre los 18 y los 23 milímetros de mercurio. “De todas formas, es variable; depende del grosor de la córnea y de las características del paciente”, resalta Marengo. Así es la cosa cuando todo anda bien, pero después de los 40 años pueden generarse exceso de producción o bloqueo en la reabsorción. “Entonces la PIO aumenta, y eso a largo plazo es grave; puede causar daños irreversibles en el nervio óptico”, añade.

CÓMO SE MIDE LA PRESIÓN EN LOS OJOS

Es lo que se conoce como glaucoma, señala, y advierte que puede ser agudo o crónico. “El agudo es mucho menos frecuente; se produce cuando la presión aumenta bruscamente y sí produce dolor, con lo cual el paciente normalmente consulta”, señala. El crónico es más común... y más peligroso: “el aumento de la presión es progresivo e imperceptible, pero muy dañino”, advierte.

¿Qué lo provoca?

En el crónico la causa se desconoce, pero -según la revista on line de la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU.-, tiende a pasar de padres a hijos. Se ha establecido que las personas de ascendencia africana corren un riesgo más alto de sufrir la enfermedad. También pueden desencadenarlo -añade el sitio- fármacos como los corticosteroides; enfermedades como la uveítis (infección de la capa media del ojo) o la diabetes, o lesiones oculares, como golpes.

Lo bueno es que, detectado a tiempo, se puede controlar. “Se trata con gotas, que contienen drogas diferentes, y cuál se usa depende de la gravedad del caso o de la respuesta del paciente. Cuando los casos son graves, puede llegar a ser necesario una cirugía o realizar implantes”, resalta Marengo.

> Cómo se mide la presión 

No duele y es muy fácil

El oculista utiliza un aparato especial denominado lámpara de hendidura (el mentón y la frente del paciente van apoyados en sendos  soportes), que cuenta con un microscopio binocular dotado de una potente fuente de luz que permite ver en tres dimensiones. En esa estructura va montado otro aparato, el tonómetro, que se usa para medir la presión intraocular. “No se hace fondo de ojo -aclaró Noel  Rivero, del Padilla-. Sólo se usa una gotita anestésica porque es necesario apoyar el aparato en la córnea, y un colorante, que ayuda a examinar la córnea y la capa de lágrimas”.



Me enteré por casualidad
rogelio ramos signes
escritor
Uso anteojos desde los siete años. Recién a los 37 me enteré de que tenía glaucoma, y por pura casualidad. Ofrecían un control gratuito en el hall de entrada del Centro Cultural Virla y, ante la insistencia de las jóvenes oculistas a los transeúntes, decidí hacérmelo. Así me enteré. Inmediatamente dejé los lentes aéreos por los de contacto y tiempo después me operaron de la vista. Una de aquellas chicas insistentes (Verónica Pérez Bazán) es mi oftalmóloga desde entonces. Con la medicación correspondiente se puede solucionar la presión ocular, pero hay que ser constante. Suelo olvidarme de tomar algún remedio, pero nunca de ponerme las gotas oculares cada noche. No sé qué sería de mí, lector compulsivo, si no pudiese ver.
> TESTIMONIO

Me enteré por casualidad

Rogelio Ramos Signes
Escritor

Uso anteojos desde los siete años. Recién a los 37 me enteré de que tenía glaucoma, y por pura casualidad. Ofrecían un control gratuito en el hall de entrada del Centro Cultural Virla y, ante la insistencia de las jóvenes oculistas a los transeúntes, decidí hacérmelo. Así me enteré. Inmediatamente dejé los lentes aéreos por los de contacto y tiempo después me operaron de la vista. Una de aquellas chicas insistentes (Verónica Pérez Bazán) es mi oftalmóloga desde entonces. Con la medicación correspondiente se puede solucionar la presión ocular, pero hay que ser constante. Suelo olvidarme de tomar algún remedio, pero nunca de ponerme las gotas oculares cada noche. No sé qué sería de mí, lector compulsivo, si no pudiese ver.