“Cuando desconocemos la función del cuerpo y la mente unidos como una sola variable, se suscitan desacuerdos internos que pueden desequilibrar nuestras emociones. Conectar el cuerpo y la mente es la premisa fundamental de la psicoterapia corporal bioenergética mejorando la relación consigo mismo y con los demás, gestionando armoniosamente las emociones”, afirma Ana Carrascosa, psicóloga y terapeuta gestáltica.

“Muchas veces se desvincula una cosa de la otra: no entendemos que todo lo que sucede en la mente produce cambios en el cuerpo, y a su vez, a través de esos cambios la mente se altera”, acota Carmina Varela, psicóloga especialista también en terapia gestáltica.

Por su parte, Andrés Darsie, psicólogo especializado en psicoterapia corporal y coordinador bioenergista, cuenta que para sanar algunos problemas emocionales es necesario reconectarnos con nuestro cuerpo y tomar conciencia de las emociones guardadas.

Los tres profesionales adhieren a la teoría de que cuerpo y emoción van de la mano, y en ese contexto hacen recomendaciones sobre cómo trabajar esta cuestión para no ser tomados por las emociones y poder manejarlas de manera inteligente.

“Los pensamientos -dice Varela- afectan el cuerpo, la forma de respirar y nuestros órganos. Conviene trabajar la respiración, por ejemplo, tomando conciencia del aire que entra y sale por las fosas nasales. Los pensamientos empiezan a calmarse”, explica la profesional.

También aconseja practicar ejercicios que involucren movimiento, como el baile o la actividad física. “Es una manera de expresar nuestras emociones y de integrarlas al cuerpo recuperando las posibilidades de sentir amor o de reír”, argumenta.

Carrascosa advierte que desconocer los efectos que puede tener en el cuerpo una determinada emoción impide, a veces, el camino adecuado para enfrentar ciertas patologías, como depresión, ansiedad o estrés. Afirma que emociones mal gestionadas pueden causar enfermedades como gastritis, cefaleas y alteración de la presión arterial, entre otras.

La forma de acercar estas partes, y que exista un conocimiento de ambas, es favoreciendo el diálogo mediante un proceso terapéutico o una consulta psicológica, indican las especialistas.

Decodificar

Es oportuno aprender, también, a decodificar lo que uno siente. “Por ejemplo, si necesito un abrazo pero por miedo al rechazo no lo pido y, en lugar, me compro ropa o un dulce, voy a sentir saciedad por un corto lapso, pero después vuelve la sensación de malestar al no atender ese deseo insatisfecho”, comenta Carrascosa.

Finalmente recomienda detenerse varias veces al día; registrar cómo está el cuerpo, ver qué necesita; averiguar si necesita hidratarse o comer algo y, ante una situación de tensión, respirar profundamente para relajarse.