Municiones. Armas. Cañones. Tanques. Banderas. Uniformes del siglo pasado. Maquetas. Carros de campaña. Antiguos equipos de comunicación como, por ejemplo, un radiogoniómetro, que se utilizó en la Guerra de Malvinas para interceptar las fragatas inglesas en el océano Atlántico. Y sobre todo, memoria por la construcción de la patria es lo que puede verse en el Museo del Ejército, ubicado en 25 de Mayo 1.929.

El primer espacio, que da la bienvenida a los visitantes, es la Sala de las Banderas. Además de la enseña nacional, se encuentran los símbolos de Bolivia, Ecuador, Suiza, Alemania, Italia, España, Francia, Croacia, Israel, Líbano, Paraguay, Siria, Croacia y Cuba, entre otras.

Georgina Bettolli Nores, directora de la institución, recibe las delegaciones escolares y otros ocasionales visitantes de lunes a viernes, entre las 8 y las 12.30. “Hay escuelas que piden visitar durante la tarde, y en esos casos de excepción habilitamos el museo para ellos”, explicó.

Una de las salas rinde tributo a los soldados de la Guerra de Malvinas. En ese espacio se exhiben calentadores, raciones de comida, armas que se emplearon y mapas de la estrategia de guerra. Asimismo, en las vitrinas están expuestas las fotocopias de la orden de invadir las islas y de la rendición. “Este es el misil Albatros, que se utilizó en la guerra -dice la directora, mientras señala el proyectil ubicado en un extremo del salón-; en el centro está el mortero calibre 81 de un alcance de casi cuatro kilómetros y, en las vitrinas hay granadas, radios de VHF, bayonetas, y lámparas de campaña”, agrega.

Oficialmente se inauguró el 29 de mayo de 2006, en conmemoración de la creación del Ejército Argentino. La anfitriona es la creadora del museo. La mujer recuerda que, a mediados de 2004, el entonces director del Liceo Militar, coronel Enrique Stell, la invitó a que construyera el espacio. “No tenía idea de cómo se hacía un museo -admitió Bettolli Nores-; soy licenciada en Arte y me puse manos a la obra. Empezamos con muy poco y ahora hemos logrado esto”, dice mientras señala a su alrededor. En una galería se recuerda la historia de la Guarnición Militar Tucumán, desde 1810 en adelante. Hay una exhibición sobre la región antártica y otra de la zona andina, con maniquíes vestidos con la ropa que usan los soldados en esas regiones. Una de las perlas del museo es el amplio galpón que sirve para mostrar paracaídas, vehículos y cañones militares de distintas épocas. “El museo es una fuente de aprendizaje -resalta la directora-; si bien es cierto que se llama Museo del Ejército, aquí lo que mostramos es la historia de la patria”.

El recorrido permite descubrir otras salas específicas para las armas reglamentarias del Ejército y sendos stands en homenaje al general Gregorio Aráoz de La Madrid -en el que puede verse el uniforme que usaba- y para el general Manuel Belgrano, donde está la maqueta que representa la Batalla de Tucumán, realizada por el suboficial Víctor Quinteros. “Lo que buscamos es que los visitantes (adultos y chicos) se vayan histórica y culturalmente enriquecidos”, insistió.

Un cañón antiaéreo “Bofors”, que utilizaba la infantería en tierra o en mar para la defensa de los ataques de la aviación está a la vista del público. También hay un “T6 Carrier”, un famoso vehículo blindado sobre orugas, originario de Estados Unidos, y muy utilizado por el Ejército Argentino. “Esto se hizo para aprovechar las instalaciones del ex Distrito Militar 57 -recuerda Bettolli Nores-; para mí este museo significa mi vida, porque fui organizando las salas junto a un equipo de trabajo. Este museo es una fuente de aprendizaje”, remarcó.