Llamadas anónimas. Datos aportados, en su mayoría, telefónicamente. Todo está incorporado en el voluminoso expediente que se tramitó durante más de una década. Desde policías que aseguraron haber visto a Paulina Alejandra Lebbos en los días que le siguieron a su desaparición, hasta una supuesta madre que llamó a la Legislatura, tras la aparición del cuerpo de la joven, para decir que su hijo no tenía nada que ver con el crimen.

Inclusive, una de esas denuncias motivó una presentación del Sindicato de Canillitas, que acusaron a policías de apoderarse de una caja fuerte con dinero durante un allanamiento a su sede de Raco.

Desde que Paulina desapareció el 26 de febrero de 2006, hasta que su cuerpo fue encontrado, semienterrado, junto a la ruta 341, el 11 de marzo del mismo año, fueron numerosas las versiones que llegaron a oídos de los investigadores.

Para Alberto Lebbos, padre de la estudiante de Ciencias de la Comunicación, todas fueron parte de un plan ideado de antemano por el poder político para desviar la investigación y encubrir al asesino.

Fueron 13 las actuaciones complementarias que se detallaron ayer a partir de la lectura del requerimiento de elevación a juicio del caso, formulado por el fiscal Diego López Ávila.

“Se va notando toda la estructura de encubrimiento que montaron y cómo todos los datos que surgieron en la investigación eran aportados por la Policía y destinados a mentir”, consideró Lebbos en un cuarto intermedio del segundo día del juicio.

“Se puso en evidencia lo que vinieron haciendo durante estos 12 años. Es la estrategia de los delincuentes, entorpecer las investigaciones para que pase el tiempo y las causas prescriban”, agregó.

Sensaciones

Bronca. Malestar. Impotencia. En los gestos de Lebbos se advirtieron diferentes sensaciones al escuchar el detalle de algunas de las pistas que entorpecieron la pesquisa y que finalmente fueron descartadas.

Una de las versiones fue aportada por un joven que aseguró haber visto a Paulina en Alderetes, caminando por la avenida Rivadavia, la principal arteria de esa ciudad.

“Es hijo de un hombre que está relacionado con la Policía. Recuerdo que cuando lo interrogaron, le pregunté hasta donde tenía el cabello Paulina y él dijo que lo tenía hasta los hombros, cuando en realidad lo tenía largo, hasta la cintura”, dijo Lebbos visiblemente molesto.

Otra de esas versiones fue aportada por dos policías que cumplían servicios en el Instituto de Maternidad Nuestra Señora de las Mercedes. Según esos relatos, la muchacha estaba cerca de los ascensores. Los uniformados nunca se acercaron a esta persona para confirmar sus sospechas. Tampoco las identificaron para ahora poder interrogarlas y confirmar o descartar sus dichos.

“Dijeron que ellos sabían que era Paulina y que estaba desaparecida; eran policías y ninguno se acercó a preguntarle si era ella. Era todo mentira”, afirmó Lebbos. “Todo tuvo como objetivo desviar la investigación, lo que vulgarmente se conoce como ‘carne podrida’”, agregó.

Paulina en todas partes

Algunas de esas pistas falsas desviaron la pesquisa hacia diferentes lugares de Tucumán y también a otras provincias. Según esas informaciones, Paulina fue vista, a lo largo de tres semanas, en: un asado en Tafí Viejo; en la zona de El Bajo, en Salta; en Jujuy; en el balneario El Boyero; captada por una red de trata en una casa del pasaje República al 600 y en una fiesta en la casa de veraneo que pertenece al Sindicato de Canillitas, en Raco.

Este último caso motivó una presentación en la Justicia de parte de la comisión directiva de esa organización gremial, quienes denunciaron que los policías que allanaron ese domicilio, se apoderaron de una casa de seguridad conteniendo dinero y documentación.

Otro de los casos que más llamó la atención fue aportado por una secretaria del entonces legislador Sisto Terán. Una mujer se comunicó con su oficina para contar que su hijo participó de una fiesta en la que fue asesinada Paulina, pero que no tuvo nada que ver.

“Toda esta banda empezó con las maniobras de encubrimiento el mismo 26 de febrero. No se olviden que está comprobado que esa noche hubo una reunión privada en Raco entre el secretario de Seguridad Eduardo Di Lella, el jefe de Policía Hugo Sánchez y el Enrique García, jefe de esa comisaría”, remarcó Lebbos.

“En el momento en que yo estaba haciendo la denuncia por la desaparición de mi hija, ellos estaban reunidos. Luego, fueron perfeccionando esas maniobras que hoy todos conoce. Sabían que era Paulina y concurrieron a destruir las pruebas. Antes, Di Lella jamás había ido a ningún operativo. Confabularon, lo hicieron a propósito para hacer desaparecer evidencias”, concluyó el padre de la joven asesinada.

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el dato del día 
Los héroes de la jornada 
En un juicio oral, normalmente, se destacan los testigos, las partes y el tribunal. Pero la segunda audiencia del juicio por el crimen de Paulina Lebbos tuvo sus héroes. Fueron las personas que tuvieron la responsabilidad de leer las más de 300 páginas del requerimiento a elevación juicio que desarolló el fiscal Diego López Ávila. El secretario Marcos López Frías, los relatores Matías Graña, Mariano Rodrigo, Matías Soria Femenias y la empleada Julieta Serrano Sousa tuvieron la responsabilidad de contar lo escrito en ese documento. Se fueron turnando durante las más de 10 horas que se extendió este tedioso trámite que es obligatorio según el Código Procesal Penal. Al cierre de esta edición no se estableció si hoy leerían la demanda civil que también es bastante extensa.
Lo bueno
El aguante de los empleados
Los funcionarios y empleados de la Sala III demostraron tener gargantas a prueba de fuego. Durante más de ocho horas leyeron sin quejarse el requerimiento a elevación a juicio.
Lo malo
Una jornada demasiado tediosa
La lectura del requerimiento a elevación a juicio consumió toda la segunda audiencia del juicio. Es un paso procesal obligatorio en todos los debates.
Lo feo
La impuntualidad de los defensores
Los miembros del tribunal habían advertido sobre normas de convivencia durante el debate. Una de ellas era la puntualidad. No la respetaron y no dudaron en hacer saber su malestar.
Interminable
Festejaron como si el club de sus amores hubiera marcado gol en el último segundo del encuentro con un tanto desde media cancha. Los jueces Dante Ibáñez, Carlos Caramuti y Rafael Macoritto a las 23.25 dieron por terminada la segunda audiencia del juicio. Las partes, los jueces y el poco público presente en la sala, habían estado casi 10 horas escuchando el requerimiento a elevación a juicio realizado por el fiscal Diego López Ávila. Los bostezos fueron el común denominador. Lo más emocionante fueron los llamados de atención que realizaron los jueces a los abogados que llegaban tarde y demoraban el inicio de la audiencia cada vez que se levantaba algún cuarto intermedio. Sin embargo, el “festejo” duró poco: este paso procesal no ha terminado aún. Por la mañana continuará y nadie sabe a ciencia cierta si hasta el mediodía culminará.
Declararían hoy 
Roberto Gómez.- el único imputado por el crimen.
Eduardo Di Lella.- ex secretario de Seguridad, acusado de encubrimiento.
Hugo Sánchez- ex jefe de Policía que afronta cargos por encubrimiento.
Nicolás Barrera.- ex subjefe de Policía, imputado por encubrimiento. 
Héctor Brito.- ex jefe de la Unidad Regional Norte, acusado de encubrimiento.
Hugo Rodríguez.- ex policía , acusado de encubrimiento.

El dato del día 
Los héroes de la jornada
 
En un juicio oral, normalmente, se destacan los testigos, las partes y el tribunal. Pero la segunda audiencia del juicio por el crimen de Paulina Lebbos tuvo sus héroes. Fueron las personas que tuvieron la responsabilidad de leer las más de 300 páginas del requerimiento a elevación juicio que desarolló el fiscal Diego López Ávila. El secretario Marcos López Frías, los relatores Matías Graña, Mariano Rodrigo, Matías Soria Femenias y la empleada Julieta Serrano Sousa tuvieron la responsabilidad de contar lo escrito en ese documento. Se fueron turnando durante las más de 10 horas que se extendió este tedioso trámite que es obligatorio según el Código Procesal Penal. Al cierre de esta edición no se estableció si hoy leerían la demanda civil que también es bastante extensa.

Lo bueno
El aguante de los empleados

Los funcionarios y empleados de la Sala III demostraron tener gargantas a prueba de fuego. Durante más de ocho horas leyeron sin quejarse el requerimiento a elevación a juicio.

Lo malo
Una jornada demasiado tediosa

La lectura del requerimiento a elevación a juicio consumió toda la segunda audiencia del juicio. Es un paso procesal obligatorio en todos los debates.

Lo feo
La impuntualidad de los defensores

Los miembros del tribunal habían advertido sobre normas de convivencia durante el debate. Una de ellas era la puntualidad. No la respetaron y no dudaron en hacer saber su malestar.

Interminable

Festejaron como si el club de sus amores hubiera marcado gol en el último segundo del encuentro con un tanto desde media cancha. Los jueces Dante Ibáñez, Carlos Caramuti y Rafael Macoritto a las 23.25 dieron por terminada la segunda audiencia del juicio. Las partes, los jueces y el poco público presente en la sala, habían estado casi 10 horas escuchando el requerimiento a elevación a juicio realizado por el fiscal Diego López Ávila. Los bostezos fueron el común denominador. Lo más emocionante fueron los llamados de atención que realizaron los jueces a los abogados que llegaban tarde y demoraban el inicio de la audiencia cada vez que se levantaba algún cuarto intermedio. Sin embargo, el “festejo” duró poco: este paso procesal no ha terminado aún. Por la mañana continuará y nadie sabe a ciencia cierta si hasta el mediodía culminará.

Declararían hoy 
Roberto Gómez
.- el único imputado por el crimen.
Eduardo Di Lella.- ex secretario de Seguridad, acusado de encubrimiento.
Hugo Sánchez- ex jefe de Policía que afronta cargos por encubrimiento.
Nicolás Barrera.- ex subjefe de Policía, imputado por encubrimiento. 
Héctor Brito.- ex jefe de la Unidad Regional Norte, acusado de encubrimiento.
Hugo Rodríguez.- ex policía , acusado de encubrimiento.