En un largo y alto galpón de Villa 9 de Julio, hace 22 días que el trabajo es constante. A pesar del calor y de estar a oscuras -porque todavía no cuentan con el servicio de luz-, los integrantes del emprendimiento se dividieron en dos turnos para realizar diferentes tareas. Algunos limpian, otros venden ropa en la vereda para tener una entrada de dinero. Por ahora no están trabajando sino acondicionando lo que será el primer Centro Verde, un espacio de recepción y selección de residuos sólidos reciclables de la provincia. No cuentan todavía con todos los elementos que necesitan para trabajar, pero tienen lo más importante, que es la prensa enfardadora para compactar el material que será vendido a plantas de reciclajes de otras provincias. “Aquí nadie se rinde” se llama la empresa social que agrupa a más de 30 recuperadores urbanos, entre hombres y mujeres, también conocidos como carreros o cartoneros, y a Merry Anastasio y a Cristian Sayago como colaboradores principales.

“Que los tucumanos aprendamos a cuidar el medio ambiente desde nuestro hogar es la meta principal”, dice Anastasio, quien además de aportar para el proyecto es miembro de la Fundación Mujeres de la Patria Grande. “Emprendimos este camino para buscar una solución a la problemática socio ambiental y asegurar a muchos carreros la estabilidad laboral”, agrega.

Una empresa social

La creación de un centro verde como empresa social es la respuesta a un conflicto surgido hace unos años, que se inició con el proyecto de eliminar los carros de tracción a sangre. En aquel momento las negociaciones con las autoridades municipales no prosperaron y, al ver peligrar su medio de vida, los carreros decidieron hacer algo al respecto.

En conjunto con la Fundación Mujeres de la Patria Grande armaron un proyecto que se presentó en el Concejo Deliberante capitalino. Allí no obtuvieron respuesta, por lo que el grupo decidió empezar por su cuenta. No les fue tan mal porque presentaron el trabajo en el concurso Mentes Transformadoras 2017 de la Fundación Nobleza Obliga (que premia los mejores proyectos de innovación social de la región) y fueron uno de los 16 finalistas.


FERIA AMERICANA. Una de las salidas para tener plata para el colectivo.   

“Aquí todos participan en la toma de decisiones. Queremos que el trabajo deje de ser tercerizado y vender directamente el material sin que pase por intermediarios, porque los recuperadores urbanos pierden dinero y encima reciben una miseria por parte de los compradores Hay que dignificar esta actividad porque, mal que nos pese, son las únicas personas que vienen realizando un trabajo de reciclado en la provincia”, asegura Sayago, colaborador y encargado del marketing del emprendimiento.

“Tenemos grandes expectativas, porque también haremos ladrillos ecológicos para colaborar con la construcción de cocinas comunitarias”, agrega.

Ser carrero

Nancy López y Patricia Igarzábal viven en Los Pocitos. Usaban el carro tirado por un caballo todas las mañanas para recoger residuos y todas las tardes para vender pan y recaudar dinero, destinado a la compra de los alimentos para los chicos del comedor comunitario que administraban. “El carro era nuestro medio de transporte no sólo para cargar las cosas sino que también nos servía para ir a buscar las donaciones que nos hacían”, destaca Nancy. “Ahora ya no tenemos carro ni comedor. Pero nos encargamos de la cocina comunitaria ‘Por la sonrisa de un niño’. A pesar de todo, siempre hay un modo de salir adelante”, afirma.

José Antonio Rodríguez se dedicó muchos años a ser carrero, y debido a esa experiencia sabe que quiere un futuro mejor para su familia. “El centro verde es una manera de salir de la calle. Andar revisando la basura no es trabajo fácil. Yo abría las bolsas de la vereda corriendo el riesgo de que salga el dueño de casa y me corra o llame a la Municipalidad y me quiten el carro. Encima podría haber pescado cualquier enfermedad porque hay que meter la mano en un contenedor con cosas podridas, vidrios y quién sabe que más. Pero no tenía opción. Debía revisar para ver qué me servía para ganarme el pan para mis hijos”, detalló.


CON UNA SONRISA. Raúl Santucho agradece los papeles para reciclar.  

Raúl Santucho asiente mientras escucha las historias de sus compañeros. Admite que comparte cada palabra y reflexiona que andar en carro no es vida. “Somos carreros pero queremos tener un trabajo y una vida mejor”, dice. Hay ganas y alegría por empezar a trabajar en el galpón de Villa 9 de Julio. Cada uno de sus integrantes anhela vivir cada día mejor y considera que esta es la oportunidad de construir un futuro para ellos y su familia.