Sólo el Dakar puede causar sensaciones tan opuestas en cuestión de horas. En el rally más extremo hay 14 carreras en una y ninguna se parece. Las victorias de Nasser Al-Attiyah, en Autos, y de Sam Sunderland, en Motos, son un ejemplo. La histórica victoria de Federico Villagra, en Camiones, es muestra de que nadie puede confiarse.

Entre los Autos, lo del qatarí fue impecable: dominó de principio a fin los 504 kilómetros de especial entre Pisco y San Juan de Marcona, en tierras peruanas. Un desempeño mucho mejor al de la etapa anterior, en la que quedó quinto. “Por supuesto que hemos atacado, pero no como unos locos”, explicó Al-Attiyah. “Nos toca abrir pista (por hoy), pero no será tan difícil porque tendremos las marcas de las motos”, agregó con respecto a lo que más lo complicó en la etapa previa. El “Príncipe” fue del infierno al cielo.

El camino inverso hizo el español Joan Barreda Bort: después de haber sido el mejor el domingo, la tabla de ayer lo encontró 28°. El europeo vivió un calvario al final del especial: se salteó un puesto de control y estuvo 15 minutos buscando el camino. Mientras tanto, Sunderland avanzaba y ganaba con más de tres minutos de ventaja sobre el salteño Kevin Benavides. “No he visto lo que le ha pasado a Joan, pero en el Dakar hace falta mantener la regularidad todos los días”, analizó Sunderland.

Quien no le hizo caso al británico fue Villagra, que de tener una desventaja de 16’ al final del primer día, ayer ganó por primera vez. “El Coyote” es el primer argentino en ganar una etapa con un camión, pero no quiere quedarse sólo en eso. “La lucha empezó el primer día”, dijo con autoridad cuando le consultaron si con la victoria en el tercer especial recién se subía a la lucha por arrebatarle la corona al ruso Eduard Nikolaev, que lo escoltó.

Villagra pudo hacer la diferencia, poquísima por cierto, de 35” al final de la prueba. Distinto es el trámite en la general, donde manda el ruso con casi nueve minutos de margen.