La plaza Independencia se vistió de Belén de Judea y recreó el nacimiento de Cristo ayer por la noche. Con el arzobispo Carlos Sánchez a la cabeza y el pesebre de fondo, cientos de personas celebraron la misa de Navidad al aire libre.

"Vivamos la paz y el servicio. Nos ayudemos, nos sostengamos, nos corrijamos. Este es el misterio de la Navidad. Aprendemos la lección del maestro que nos enseña desde el pesebre", dijo Sánchez en su homilía.

La celebración litúrgica comenzó a las 21.30 y se extendió por más de dos horas. El arzobispo llegó minutos antes con el báculo en la mochila y bendijo a los presentes que se acercaron a saludarlo. El número de participantes superó a lo estimado por los organizadores que esperan alrededor de 800 personas pero finalmente fueron más de 1.000.


Tras su ingreso, mientras acomodaba su biblia en el altar, los creyentes lo aplaudieron y se dispusieron a escuchar: “buenas noches. ¿Parece que vamos a celebrar lindo la Navidad hoy? Claaaro, es un acontecimiento importantísimo”.

Familias completas, parejas, abuelos, gente sin hogar y habitués de la Catedral, formaron parte de la ceremonia al aire libre en total armonía. Al finalizar, muchos de ellos también compartieron la cena en la mesa grande que se extendió en la vereda de la plaza, al frente de la Casa de Gobierno.

Fragmentos de la homilía

"Época de reconciliación. Vivamos la paz y el servicio unos con otros. Nos ayudemos, nos sostengamos, nos corrijamos. Este es el misterio de la Navidad, de este hijo de Dios que se hace hombre, para que nosotros los hombres aprendamos a ser hermanos, a ser hijos de Dios y hermanos entre nosotros".

"Aprendemos la lección del maestro. Un maestro que enseña desde el pesebre. Que todavía no sabe hablar sino que sabe llorar cuando tiene hambre o cuando está sucito. Ese es el hijo de Dios. El maestro que nos enseña con los brazos abiertos en la cruz, entregando la vida por amor. Ese es el Jesús en el que nosotros creemos y por eso queremos vivir cristianamente nuestra vida, así como queremos vivir cristianamente esta Nochebuena con Jesús entre nosotros y con la presencia del Jesús pobre, del hermano pobre, del hermano necesitado".

"Ya no hay diferencias sino que todos somos hermanos. Nos sentamos en la misma mesa, como ahora en la mesa de la eucaristía porque hay lugar para todos. En la casa de Jesús hay lugar para todos y se le abrimos la puerta de nuestro corazón, él va a ser la casa de Jesús. Donde va a nacer, vivir, crecer, va a hacer maravillas el Señor en nosotros pero a través nuestro en nuestra sociedad. Le pidamos esto al Señor por intercesión de nuestra madre, la Virgen".

"¡¿Qué grande la Virgen no?! ¡Qué mujer! Yo le preguntaría a las mamás: ¿a ustedes en algún momento les ha tocado dar a luz a alguno de sus hijos en un establo? Aceptó la voluntad de Dios. Pobre, no tenía lugar. Dios a luz al Salvador del mundo en un establo, en un pesebre. Que grandeza la ternura de María”.