EN CARACAS

A los 26 años Donato Grima expuso por primera vez su arte en Caracas. Justamente, en la capital venezolana se instaló con su familia para no regresar a la Argentina hasta mediados de la década del 80, con la restauración de la democracia. Después, a principio de los 90, vivió un tiempo en España, y alternó sus viajes a Alemania, Italia y Estados Unidos, entre otros países.


“Pertenezco a una generación de artistas plásticos para los que todavía el verdadero soporte de una obra son las ideas, el conocimiento y el dominio de oficio”. Así comienza la charla con Donato Grima (68), quien a los 22 años ya había ganado el primer premio del Salón Regional del Poema Ilustrado. Corría 1972. Aquella vez, el artista tucumano formó un dúo de imagen y palabra con el poeta Alberto Rojas Paz. Lo más curioso del caso se produjo al momento de inscribir la obra en la convocatoria, de mucha trascendencia en la región para esa época, cuando las mesas de los bares estaban llenas de artistas y de poetas. Grima entregó su trabajo con el poema de Rojas Paz, pero le cambió el título: sin que su amigo supiera le puso “Respuesta a una mujer muerta”.

Al final, esa modificación quedó en la historia de aquel reconocimiento para dos jóvenes cuyos devenires fueron muy diferentes. El poeta murió a los 33 años, en 1981, en un accidente automovilístico. “Era un premio bien gordo -recordó Grima, más de cuatro décadas después-. Lo organizaba el Consejo Provincial de Difusión Cultural y el dinero alcanzaba para comprarnos un auto cada uno -dijo-. Sin embargo, nosotros éramos muy jóvenes, y por eso crearon otro primer premio, idéntico al nuestro, para dárselo al entonces reconocido artista Aurelio Salas y al poeta salteño Walter Adet”, rememoró.

De ese modo comenzó una carrera artística que, más adelante, alcanzaría otras distinciones, entre ellas el Primer Premio en el 50º Salón Nacional de Rosario (1986), galardón que había conquistado Lino Spilimbergo 50 años antes.

Las circunstancias de la vida llevarían a Grima a Venezuela, España, Italia, Alemania y Estados Unidos, entre otros países en los que ha vivido. El sábado pasado el artista tucumano viajó a Nueva York para presentar sus obras en Ágora Gallery, galería que lo representa en Estados Unidos, y a presentar su libro “Antología de obras”.

“La verdadera obra de arte es la que te mira por dentro, la que descubre tu intimidad -dice Grima-; porque la creación siempre representa un conflicto; es un salto al vacío. El arte te exige conocimiento de lo que hacés, destreza, y por sobre todo, mucha reflexión. El dominio del oficio es decisivo; sin este ingrediente cualquier idea se queda a mitad de camino. Esto vale para todas las disciplinas artísticas”.

En España, la crítica lo comparó con Goya por la manera de pintar los vicios del poder, temas recurrentes a lo largo de toda su carrera, como así también una mirada descarnada sobre la condición humana. Grima ha pintado distintos temas entre los que se destacan “Los idiotas”, expuesta en Caracas y Bogotá en 1978; “El Mito de Diónysos”, una muestra que generó un intento de censura por parte de las autoridades salteñas en 2009 por tratar los excesos; y la exposición de 2013 en el Museo de Bellas Artes titulada “Nadie mira”, que trataba la indiferencia en todos los estratos de la sociedad.

Nuevo destino

El 24 de marzo de 1976, Grima estaba en Ezeiza a punto de subir a un vuelo con destino a Venezuela. “Nadie sabía con exactitud lo que estaba sucediendo en ese momento en el país, pero la azafata de Panam apuraba a todos los pasajeros para que subieran rápido al avión”, recordó acerca de aquel día en el que estaba produciéndose el golpe de Estado. Aquella vez, el artista partió a una nueva etapa de su vida al instalarse en Caracas. “Es un país al que quiero mucho, que me recibió bien, me trató mejor y me dio todo”, afirmó.

Grima es coautor junto a Cristina Bulacio del libro “Dos miradas sobre Borges” y junto al poeta Roberto Espinosa de “Silbando cielos”, entre otras publicaciones. Esta es la sexta vez que Grima expondrá sus obras en Nueva York. “Un artista no puede ser indiferente a lo social, a lo político; debe cuestionar desde lo estético; esa es mi mirada”, dice, y con esa impronta expondrá sus creaciones.