Un piano completamente destruido recuerda el que probablemente haya sido el peor día en la vida de Fats Domino: el instrumento, arruinado por el viento y el agua, forma parte de una exposición permanente sobre el huracán “Katrina”, en Nueva Orleans. La casa amarillo ocre del pionero del rock, en el barrio de Lower Ninth Ward, se inundó durante la catástrofe de 2005. Muchos de sus tesoros y posesiones -entre ellos varios pianos y discos de oro y platino- se perdieron y el paradero de Domino fue desconocido durante varios días, hasta que pudo ser rescatado con su familia en bote. Después de “Katrina”, el músico, que murió ayer a los 89 años, tuvo un regreso artístico, básicamente con conciertos y álbumes a beneficio de los damnificados por el huracán.

Nunca hubiera querido abandonar su casa, pero tras “Katrina” Domino debió mudarse con su hija al barrio de Harvey. Allí fue encontrado muerto por su familia. En su querida Nueva Orleans, la ciudad que se ocupó de poner en el mapa musical de Estados Unidos y del mundo.

Leyenda del blues, Fats Domino -cuyo verdadero nombre era Antoine Domino Junior- cantaba, componía y tocaba el piano. Algunas de sus canciones, como “Blueberry hill, “Ain’t that a shame”, “Jambalaya”, “I’m walking” y “My blue heaven” se convirtieron en clásicos. Su música es simple: tiene humor, es relajada, una mezcla de delta blues, country, cajún y jazz.

En sólo diez años, Domino fue disco de oro con 23 singles. En sus buenos tiempos vendió más álbumes que Elvis Presley: 65 millones en total. Contemporáneo de Little Richard, Chuck Berry y Jerry Lee Lewis, fue el músico negro de rock que más discos vendió en la década del 50. Incluso fue uno de los primeros artistas negros que tocó en shows televisivos de música pop, donde actuó junto a Buddy Holly y a los Everly Brothers.

Su estrella comenzó a descender con el surgimiento de los Beatles y los Rolling Stones. En 1986 fue incorporado al Salón de la Fama del Rock’n’Roll Hall y poco después al Salón de la Fama del Blues, un doble honor. Padre de ocho hijos, su receta para el éxito era simple: “hasta donde sé, la música hace feliz a las personas... A mí me hace feliz”. (DPA)