ACTÚA HOY

• A las 22.30 en El Árbol de Galeano (Virgen de la Merced 435).

Hace 10 años, Silvina de Faveri comenzó a sentir que la mejor manera de expresar sus sentimientos era a través de sus propias canciones. Entró en el laberinto de entender que, para comunicarme con los demás, debía hablarse a sí misma. “Me sirvió para decir lo que siento, para conocerme, para mirarme al espejo, para comprenderme, para sacar emociones y luego tomar distancia, poner en evidencia mis defectos y mis miedos, y tratar de superarlos. Tengo la esperanza de que quien escucha mis temas pueda reconocerse en ellos”, le dice a LA GACETA.

La cantautora presentará esta noche su primer disco solista, “Desde mí”, en El Árbol de Galeano, acompañada por Aldo Ploper, Leandro Silva y Luciano Ruiz, y con la presencia de Pablo Bustos.

La etapa que atraviesa consolida su idea de que “el arte siempre es autorreferencial, porque es imposible salirse de uno mismo y hasta las máscaras nos revelan”. “A la hora de escribir, tomo mano a mis experiencias, a situaciones vividas, a amores y desamores, a deseos y a sueños... En este disco me presento, me desnudo sin tapujos como mujer en un contexto de tiempo y lugar. No decido aún si lo mío fue por las buenas; transité sacudones, tropezones, algún golpazo, y hoy soy una nueva versión de mí. Mi mayor objetivo es compartir estas canciones: si el arte no llega a un otro, no existe”, advierte.

De Faveri comenzó hace 11 años en el mundo de la música; integró los colectivos MujerTrova y Meta Nomá; fue parte del dúo Calíope junto a Ana Jeger (“fue mi refugio, mi musa, el traje con el que me sentía cómoda para cantar”, confiesa) y participó de distintos proyectos artísticos.

“Tengo 31 años; se dice que alrededor de los 28 años se produce, astrológicamente hablando, el retorno de Saturno, y es cuando este planeta pasa por el mismo lugar que ocupaba el día de nuestro nacimiento, lo que produce mucho movimiento, casi un renacer, y es la hora de hacerse cargo y conectarte con vos. En estos últimos años estoy en una búsqueda, estudio antroposofía, me formo en la pedagogía Waldorf, transito un cambio también en la salud y la alimentación… Me pregunto qué hago aquí, donde estoy parada, qué quiero hacer y cómo lo quiero hacer, qué cosas me mueven. Algo de todo eso fue volcándose en estas canciones. El autoconocimiento es lo más terapéutico que he encontrado y derivó en un proyecto simple e intimista que refleja un tiempo de cambio”, afirma.

Al momento de rescatar lo más importante de su carrera, destaca el encuentro con otros músicos, con los que compartió experiencias, aventuras y proyectos: “hay que juntarse, hay que construir puentes, hay que socializar el arte, las herramientas, los escenarios, las canciones; al final todo se trata de compartir, solos no vamos a ninguna parte”.