Tenía cinco años cuando empezó a usar zapatillas de danza y tutú. Ni entonces ni como profesional Eleonora Cassano imaginó la cantidad de límites que traspondría a lo largo de su carrera. “Solamente aspiraba a ser la primera bailarina del Colón, como lo máximo, pero la vida me regaló otras posibilidades y mucho trabajo. Significó ser bailarina internacional, tener una carrera increíble, y también ser una artista reconocida por la prensa y por el público, dentro y fuera de mi país”, afirma.

Antes de ocupar el escenario del teatro San Martín esta noche, junto a la compañía Tangokinesis y su espectáculo de tango y mambo, Cassano habló con LA GACETA.

“Antes de Julio (Bocca) y de lo que hicimos nosotros, no existía un bailarín famoso. Fuimos generando ese acercamiento a la gente, ese romper estructuras y lugares típicos de ballet; intentamos que la gente también le perdiera el miedo”, dispara.

• Allá quedó el tutú blanco; aquí, la bailarina vital.

“Es algo de lo que siempre hablé con Julio. Él dijo que se retiraría a los 40, y no bailó más. Yo me retiré del clásico y cerré mi carrera en 2012. Sabía que iba a seguir bailando otras danzas, no clásico, y eso me hizo bien. Realmente lo que me mantiene bien es estar bailando”.

• En la pista del Bailando, en dos Stravaganzas, en la calle Corrientes, con Flavio Mendoza, haciendo este año bungee...

“Sí, me encanta. Soy medio loca en un sentido. Eso de volar en bungee se lo pedí a Flavio, porque me encanta; siempre lo quise hacer. Qué mejor lugar que ahí. La sensación es un sueño, el sueño de todo bailarín: pegar un salto y volar 10 metros. Soy bastante arriesgada; no tengo miedo y me gusta encarar lo diferente”.

• También da master classes.

“Stravaganza ya terminó, pero me estoy dedicando bastante a las clases magistrales. Estoy yendo por todo el país; cuando estaba bailando tanto realmente se me hacía complicado. Y estos últimos años me estoy dedicando un poco más a la docencia. Hasta que surgieron las presentaciones con Tangokinesis”.

• La vigencia de “Tangokinesis”.

“Se mantiene porque tiene ese lenguaje y ese estilo especial que creo que pocas compañías tienen. Es el lenguaje de su creadora, Ana María Stekelman, que le da su impronta a sus obras. Reúne la condición de que es tango, pero no es el tango estructurado, tradicional. Es un espectáculo en el que yo en parte me incluyo en Tangokinesis, no es una obra creada para mí”.

• Describe la puesta.

“Somos cuatro parejas. A mí me acompaña César Peral. Nora Robles y Pedro Calveira son los encargados de reponer y son asistentes coreográficos de Ana María. Ellos repusieron toda la obra, así que el trabajo fuerte es el de ellos. Los demás bailarines son compañeros de otros trabajos. La obra en sí tiene una primera parte de tangos, dentro de los cuales hago dos, y el final. Hay un pequeño intervalo, que da paso a los tres temas de Piazzolla. Yo bailo el último, ‘Chin chin’. El cierre es ‘Concierto para bongó’, que es mambo. Es una obra lindísima, divertida, nosotros la hicimos en toda Europa, con un éxito increíble”.

• Cómo baila.

“Bailo tango desde la bailarina que soy, le pongo esa impronta mía porque no soy una bailarina típica de tango. Realmente la música me pasa por otro lado. Es algo muy especial, muy emotiva”.

• ¿Qué más quiere bailar?

“Siempre se presentan oportunidades nuevas y diferentes; estoy abierta, si me interesa, digo: dale, adelante. Un infantil me faltó hacer. Es algo que me gusta hace muchos años. Me habían hecho un ofrecimiento muy lindo que al final no se concretó”.

• ¿Y si la convoca Cirque du Soleil?

“No me molestaría para nada (se ríe). Hay un elemento del circo al que le tengo ganas, pero no voy a decir nada”.

No da más información, pero confiesa quiénes son sus partenaires más constantes: su marido y sus dos hijos, la niña de 15 y el joven de 21. “Mi carrera siempre fue importante, pero nunca fue lo más importante”.

Hoy

• A las 22, en el teatro San Martín (av. Sarmiento 601). Entradas 2 x 1 con Club LA GACETA.