Hubo todo un revuelo. Curiosos se acercaron al lugar. Pequeños hablaban amigablemente con esas personas desconocidas que se habían trasladado hastaallí. El dueño de un precario aserradero del barrio Nueva Baviera de Famaillá fue detenido por la Policía Federal el jueves a la tarde por explotación laboral de menores y adultos. La investigación fue desarrollada por el fiscal Pablo Camuña luego de que una vecina denunciara lo que estaba ocurriendo en se lugar.

Con la autorización del juez Daniel Bejas, efectivos del Departamento de Investigaciones Federales, División Crimen Organizado y Trata de Personas, comprobaron que en el lugar permanecían trabajando en situación irregular cuatro hombres y una mujer adultos, y nueve menores de entre 7 y 16 años. Todas las víctimas son de familias de extrema indigencia de la zona.

El propietario del emprendimiento, ubicado a orillas de la ruta 323 (que nace en la 38 y conduce a Río Colorado), fue detenido por los federales en su domicilio de Simoca, donde al parecer, tenía otro aserradero, aunque en este caso no había menores trabajando. Bejas, según confirmaron fuentes judiciales, lo acusó de incurrir en infracción a la Ley 26.364 que castiga la trata de personas. El dueño del aserradero comenzó a ser investigado hace un tiempo cuando una vecina denunció que en el emprendimiento se desempeñaban menores de escasa edad. El aserradero funciona a la intemperie y se dedica a la fabricación de cajones para verduras. A la par, y sin división de inmuebles, funciona otro de propiedad de Bernardo Manuel Ibarra Gómez.

El despliegue de los federales sorprendió al vecindario durante la siesta. “Este procedimiento me está perjudicando enormemente porque nada tengo que ver con lo que se acusa a Herrera. Y todo porque estamos casi juntos. Ahora no puedo trabajar y tengo que mantener a mis seis hijos menores”, se quejó Bernardo.

El hombre también tiene su aserradero a la intemperie y una vivienda familiar precaria. “El hombre que fue detenido se instaló aquí hace 8 años y desde entonces trabajé con él. Hace poco decidí independizarme y poner el mío propio en el que trabajo con mi hermano. Es una tarea que apenas me sirve para sobrevivir. Fíjese cómo vivo. No me alcanza ni para comprar un ladrillo y vivir mejor”, advirtió en una charla con LA GACETA.

“Aquí vinieron y me revolvieron el interior de mi casa y se llevaron el celular de mi hija, cuando nada tengo que ver con el hombre que se llevaron y que tengo entendido estará bastante tiempo tras las rejas”, dijo.

Precios

Bernardo explicó que es trabajador “golondrina” y con lo que ganó como cosechero en el sur del país, logró comprarse una máquina de aserrar y otras herramientas. “Espero que esto se solucione pronto”, rogó.

El emprendedor dijo que a un cajón de madera para verdura lo vende a $13. “Es poco y hay que hacer muchos para ganar algo” apuntó.

Rodolfo Ibarra es hermano de Bernardo y se viene desempeñando, en situación regular, como encargado del aserradero del detenido. El hombre también está sumamente preocupado por la medida judicial. Pues ahora no trabaja y tiene nueve hijos que mantener, según dijo. “En este aserradero había chicos porque todo está a la intemperie y aquí venían a jugar. Los únicos que trabajamos soy yo. Los niños no pueden filetear la madera con máquinas difíciles de manejar” planteó.

“La mujer que denunció al dueño del aserradero ahora ya no vive aquí”, añadió. De acuerdo a los Ibarra, la madera con que trabajan la consiguen del municipio cuando procede a cambiar la forestación o de vecinos particulares. En Nueva Baviera existen más de cinco aserraderos precarios. Algunos permanecen casi ocultos; es muy difícil ubicarlos.