Escondidas. Comerciales. Públicas. Bizarras. Las ornamentaciones urbanas se presentan al paso, pero para detectarlas se requiere una buena dosis de curiosidad. Así van apareciendo sutiles esculturas, o implacables rosas de los vientos, o majestuosos caballeros medievales (sí, en Tucumán hay uno que nos vigila desde un techo). También figuras que merecen inmortalizarse en un muro, al alcance de cualquier peatón, como Carlos Gardel. Es cuestión de afinar la mirada y de prestar atención. Con esa premisa, ningún paseo será aburrido ni monótono. Galería del fotógrafo de LA GACETA Diego Aráoz.