Un niño de ocho años es el primero al que se le han trasplantado con éxito las dos manos sin que haya relación familiar de por medio con el donante, según afirman los médicos que realizaron la delicada operación en la revista "The Lancet Child & Adolescent Health".

Zion Harvey tenía apenas dos años cuando una septicemia causada por bacterias le provocó malfunciones renales e hizo que perdiera las dos manos y parte de los antebrazos y pies. Cuando tenía cuatro años, su madre le donó un riñón y más tarde, tras esperar a un donante, llegaron las manos.


Tras la operación, que tuvo lugar en julio de 2015 en el Hospital Pediátrico de Filadelfia, tanto él como su cerebro tuvieron que acostumbrarse a las nuevas manos, pues sobre todo durante el primer año es frecuente que el cuerpo rechace los trasplantes. Pero 18 meses después, el niño ya podía comer, escribir y vestirse con sus manos trasplantadas.

Médicos, psicólogos y trabajadores sociales prepararon durante año y medio al pequeño para la complicada operación y sus consecuencias. Desde el punto de vista médico, el desafío lo planteaban sobre todo la conexión de nervios y vasos sanguíneos. La operación duró casi 11 horas, informó la agencia Dpa.

Durante las semanas y meses que siguieron, Zion Harvey aprendió a usar sus nuevas manos hasta que logró manejarlas cada vez mejor y actualmente trabaja para reintegrarse en su entorno social e ir a la escuela.


El desenlace positivo de este doble trasplante en un niño es, según los médicos, una primicia. Hasta ahora, eran relativamente frecuentes los trasplantes de extremidades entre niños gemelos univitelinos, pero nunca se había logrado sin que mediara una relación familiar entre donante y paciente. Recientemente, un intento fallido acabó con la muerte de un adolescente.

El caso de este niño de ocho años pone de manifiesto la posible viabilidad de toda una serie de trasplantes espectaculares. Ya en el año 2000 se llevó a cabo un trasplante de manos en un adulto y, tres años más tarde, el primer trasplante de lengua.