DEBUTAN HOY

• A las 22 en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251).

Fueron una de las grandes parejas de la época de oro del cine y su historia de amor y peleas trascendió el tiempo hasta el presente. Las vidas del actor y director Charles Laughton y de su mujer, Elsa Lanchester, inspiraron a Fernando Albinarrate a escribir el musical “Ni con perros, ni con chicos”, que esta noche debutará en la sala Orestes Caviglia, en una coproducción entre el Ente Cultural y la Fundación para el Desarrollo de las Artes Escénicas.

El año pasado, una versión de la obra con cuatro actores protagonizada por Omar Calicchio y Laura Oliva visitó Tucumán, pero el estreno de hoy es con una propuesta totalmente distinta, con el despliegue de los personajes hasta completar nueve artistas en escena, que unen el canto con el baile y la actuación.

La dirección general es de Sebastián Fernández, mientras que el propio Albinarrate realizó la reescritura de la obra y la conducción musical. El elenco está integrado por Andrés D’Andrea, Andrea Barbá, Guillermo Arana, Ashley Matheus, Joel Alonso Quírico, Leandro Ávila, Mariano Ovejero, Celeste Tríbulo y Florencia Naranjo. La música en vivo estará a cargo de Yusef Saife, José Javier Seco, Lissel Pláate y Juan Pablo Vázquez.

A Albinarrate le sedujo especialmente el hecho real de que Laughton fuese homosexual y, al mismo tiempo mantuviese una profunda relación sentimental con Lanchester (conocida por haber protagonizado el filme “La novia de Frankenstein”), lo que permitió que superasen todas las diferencias, ya que ninguno podía vivir sin el otro. La obra salta en el tiempo y en el espacio y devela entretelones de la historia del cine y el teatro.

“La versión que presentamos acá tiene una identidad propia, con una reconceptualización de la idea, respetando el texto original. Cambia la atmósfera musical y coreográfica de la otra versión. Esto fue posible porque hay una enorme capacidad de los artistas locales”, señaló el compositor.

“La actividad teatral tucumana es febril, enorme, no se detiene nunca -subrayó Albinarrate-, y la formación que encontramos en los artistas es muy amplia y heterogénea. No tienen nada que envidiarle a Buenos Aires o a muchas plazas teatrales del exterior, podrían trabajar profesionalmente donde quieran. Fuimos compensando los miedos y las desconfianzas según si se venía más del musical o de la actuación clásica, y apoyando las fortalezas. Se mezclaron muy bien entre todos, no hubo dificultades en la puesta en escena”.

El autor aclara que no le interesó nunca buscar un parecido físico de los actores con los personajes reales, sino que ese vínculo parte de la ficción teatral. Sin embargo, reconoce que Barbá mantiene una similitud con la Lanchester joven.

Fernández destacó que la idea partió del interés de integrar experiencias distintas de los miembros del Teatro Estable (D’Andrea, Arama y Barbá) con egresados de la Escuela Chapeau (como Tríbulo) y surgidos en otras experiencias, incluyendo la Licenciatura de Teatro de la Facultad de Artes de la UNT. Lo mismo se realizó con los músicos intervinientes en el espectáculo, de diverso origen.

Todo comenzó a principios de año con distintos talleres, para luego hacer un casting y conformar el elenco. “Es importante sumar lo privado a lo estatal, y lo pudimos hacer con agendas de trabajo muy estrictas y pautadas. Este proyecto no se podría haber ensamblado sin disciplina”, remarca Fernández.