Cada vez que una moto para la marcha frente a esa panadería de barrio Sur, a las empleadas les salta el corazón. Pasó ayer mientras LA GACETA las entrevistaba por un asalto que habían sufrido el día anterior. “¡Ay, otra moto!”, gritó una de las jovencitas mientras se agarraba el pecho. Luego el motociclista entró al local para realizar una compra y recién respiraron aliviadas.

El asalto que sufrieron el lunes a la tarde es el séptimo en dos años que se produce en esa panadería, ubicada en la esquina de calles Las Heras y Rondeau, en barrio Sur. Fue a las 19.30, cuando en el comercio había dos empleadas: Melisa, y Florencia; esta última estaba atendiendo a una clienta.

Cuando Melisa salió del baño, vio que una moto se estaba subiendo a la vereda y que el hombre que ocupaba el lugar del acompañante llevaba un arma en la mano. “Florencia, ya nos van a robar”, le gritó a su compañera, resignada.

Efectivamente, el hombre entró a la panadería y apuntó con el arma a las tres mujeres. Una de las empleadas estiró el brazo para intentar accionar el botón antipánico, pero el ladrón levantó el arma y le advirtió: “quedate quieta”. Después sacó todo el dinero que había en la caja registradora -calculan que eran $ 2.200 aproximadamente- y siguió con la clienta: a la mujer le quitó la billetera y el celular. “A la clienta le agarró un ataque de pánico, se largó a llorar. Y lo peor es que había gente en la calle y nadie hizo nada”, lamentó Paola, quien se salvó de haber sido víctima de ese ataque porque trabaja en el horario de la mañana. “Esta es la séptima vez que nos roban. La vez pasada se llevaron la caja registradora completa y la balanza electrónica. A esta panadería la tienen del punto”, comentó.

“La sensación que uno tiene cuando lo apuntan con un arma es una mezcla de terror y angustia. Yo incluso llegué a marearme. No se lo deseo a nadie”, dijo una de ellas.

Tras la entrevista, el titular de la empresa, Javier del Río, se comunicó con LA GACETA y advirtió: “Cuando hay policías, estamos protegidos. Cuando no hay, es tierra de nadie y sufrimos a cada rato un asalto”