HOY
• A las 23.50, en La Negra (Miguel Lillo y General Paz).
“Esto empezó como una cuestión de amistad y de juntarnos a tocar. Empezamos, hace dos o tres años, a improvisar covers, temas propios, y a tocarlos diferente de los originales. Siempre hay un vértigo que no sabemos bien dónde ni cómo termina. No hay una estructura fija, y eso resulta bastante divertido. Estamos siempre al límite y con la forma de expresarse de cada uno. Nos divertimos nosotros y se divierte el público”.
Daniel Alambre González se refiere, en diálogo con LA GACETA, a la agrupación que lidera y que no tiene nombre, tal vez porque quienes la integran tienen peso propio y muchos antecedentes.
- Alambre tocó la guitarra en bandas barriales, en Pappo’s Blues, MAM, con Ricardo y Omar Mollo y Diego Arnedo.
- Jorge Araujo: ex baterista de Divididos e integrante de La Gran Martell; una de sus virtudes es la versatilidad.
- Andrés Pellican: de familia de músicos, estudió varios instrumentos, pero eligió el bajo, que empezó tocando con su padre, Ricardo Pellican, referente de jazz argentino.
- Ezequiel Valdez: guitarrista marplatense, tocó con Willy Crook y compartió escenario con una lista de grandes, como Hugo Fattoruso y Wayne Kranz, entre otros.
El show
Esta noche los cuatro llenarán de blues, rock y de fusión jazz-blues-rock el local de La Negra. Se proponen tocar temas de Pappo, algunos propios de cada uno de ellos, de Pescado Rabioso, y hasta de Jeff Beck y de Scott Henderson.
“Un poquito de todo, hasta rock and roll, como para divertirse, un lindo guiso de jazz, blues y rock -anuncia Alambre-. Somos de distintas raíces: yo vengo más del rock y del blues, los otros más del jazz y del funk, hay una mezcla de todo”.
Valdez apunta: “la base es la improvisación, es el 80% del grupo. A mí me gusta más tocar fusión o jazz fusión, pero Andrés es un jazzero nato, entonces la improvisación sale bárbara”.
Trabajo de músico
González habla del panorama de trabajo: “en Buenos Aires está un poquito bravo con las cuestiones de las habilitaciones de los locales para tocar. Por suerte nos están recibiendo bien en el interior (vienen de Jujuy y Salta). Pero está raro todo, si bien nunca fue demasiado fácil, salvo para la gente exitosa que pegó un disco o tiene ya una carrera hecha. Si no, tenés que remar como loco”.
Respecto de las clínicas, González dice que no tiene tanta experiencia por su misma formación autodidacta. “Lo hacemos con Ezequiel, que sabe mucho. Explico la forma más callejera de cómo acortar caminos de lo que hago. Yo digo que Ezequiel me subtitula, explica lo que yo hago, las clínicas que hicimos resultaron muy amenas. Los chicos preguntan, están muy ávidos de información”.
La avidez por aprender se debe, posiblemente, a la formación academicista de las escuelas de música. “Por eso el contraste -afirma González-. Yo aprendí en la calle y me formé con una técnica mía, muy personal, por eso a muchos les sirven mucho mis herramientas. Y después, que les pongan nombres a las cosas”.
“En las clínicas lo que hacemos es mostrar cómo usamos el instrumento -explica Valdez-: escalas, acordes, usanza... Usamos las mismas palabras del idioma castellano, pero vos las usás en diferentes momentos que yo. En la música pasa igual. Lo importante es la interacción con el público, que es genial”.