POESÍA

30BORGES30

CARLOS DUGUECH

(Vinciguerra - Buenos Aires) 

La contemplación es uno de los generadores de la inspiración poética. Estuvo muy presente al estimular a Carlos Duguech para impulsarlo a escribir 30Borges30. ¿De qué modo? A través de la influencia que en el poeta tucumano fue despertando su frecuente observación del monumento a Borges, inaugurado en octubre de 1990 en la Plaza Urquiza de la capital provincial.

Determinante resultó la obra del escultor Herman Langlouis, que optó por un Borges sentado, apoyado en su bastón y en actitud de mirar hacia arriba, una expresiva imagen, bastante característica y difundida del autor de El aleph. La influencia de la imagen se vio potenciada por el hecho de que, en cuanto a la labor específicamente poética, los dos compartían la dualidad de haber transitado tanto por el verso libre como por el soneto. “El primero me daba aire nuevo y espacios de luz, y el segundo, musicalidad y armonía”, describe Duguech.

En 2016, a 30 años de la muerte del más importante escritor argentino, presentó este libro, queriendo que su título reflejara, simultáneamente, el tiempo transcurrido desde el fallecimiento y la cantidad de sonetos que lo integran… más uno, tal vez como un elemento adicional que a la seriedad del objetivo propuesto se uniera algo del agudo sentido del humor de ambos poetas. Cada una de las piezas, más allá de su ortodoxa exigencia estructural, van componiendo un todo heterogéneo que, como bien señala Mercedes Chenaut en la contratapa, hace pensar y hablar a una estatua que, a su vez, intenta parecerse a Borges.

© LA GACETA

Willy G. Bouillon