No hay edad para sentirse un “santo” de ley. La pasión se lleva en la sangre y el amor por la camiseta comienza a sentirse desde la cuna, como lo reflejan las historias de este suplemento. El papá o la mamá se encargan de transmitir ese sentimiento único, el que seguramente ellos heredaron de sus padres, tíos o hermanos mayores. Todo se transmite de generación en generación y eso hace que San Martín sea cada vez más grande.
“Ciruja” se nace
EL FUTURO YA LLEGÓ. Juan Ignacio luce orgulloso su bandera.LA GACETA / FOTOS DE HÉCTOR PERALTA.-