John y su esposa acaban de mudarse a la campiña inglesa, mientras transitan un matrimonio conflictivo y enfrentan la tensión de un cambio de forma de vida. Pero la mujer debe regresar de imprevisto a Londres por el supuesto llamado de su padre.

Solo y enojado, John decide visitar a su única vecina, una mujer mayor llamada Emma. Cuando ella se entera de que es un escritor de novelas de misterio en crisis, sin ninguna nueva historia que contar, lo incita a relatar un hecho presuntamente real que le había pasado en un viaje en tren hace algún tiempo. A partir de allí, ambos comienzan un juego terrorífico donde los roles van cambiando, los recuerdos se hacen presentes y la sombra del asesinato comienza a expandirse, sin saber a quién va a tocar ese destino.

Este es el argumento del que parte la obra “Los vecinos mueren en las novelas”. La propuesta es de Viviana Martínez, quien dirige a Manina Aguirre, Ángel Abregú, Guadalupe Núñez Camus, María Noel Lobo Stegmayer y Ezequiel Legorburu en el estreno que tendrá lugar esta noche, a las 22, en El árbol de Galeano (Virgen de la Merced 435).

La directora del grupo Alquimistas fue también la responsable de la adaptación teatral, a partir de una novela policial de Sergio Aguirre. “Me atrapó y fascinó la forma en que el autor va intercalando la realidad con la ficción. Juega con los tiempos, las miradas, las insinuaciones y los silencios en ambos personajes, lo que crea la duda y la incertidumbre que lleva al lector a pensar desenlaces equivocados”, señala Martínez.

A lo largo de la trama, los personajes constantemente van dejando traslucir su verdadero temperamento hasta situaciones insospechadas, en una mezcla entre la ficción y la realidad, y del pasado con el presente. “Todo queda suspendido en una duda hasta un final abierto, para desconcertar al público y no darle todo cantado”, aclara la directora.

Martínez reconoce que también una vez una persona le sugirió un argumento para una obra infantil, pero que, en vez de enojarse y ofenderse como el personaje central de “Los vecinos...”, afirma: “me sentí agradecida de que piensen que puedo hacer algo interesante; fue un halago, un mimo para el alma”.