El jazz acaba de cumplir 100 años. Gillespi (foto) opina al respecto: “el jazz es un señor mayor, pero todavía se las rebusca. Sus características hacen que no envejezca nunca: la libertad y la improvisación, dos conceptos que son eternos y fundamentales para el arte”.

Conocido por los tucumanos a través de la radio y de la TV sobre todo como coconductor y humorista, el Gillespi trompetista se presentará esta noche en el San Martín. Cuenta que, habiendo estudiado piano y guitarra de chico, “por culpa de Miles Davis” decidió ser trompetista. “Me resultó extrañamente familiar, como si hubiera sido trompetista en otra vida. Les pedí a mis viejos que me compraran una trompeta y así empecé; tendría 14 o 15 años”.

- ¿A qué (otros) trompetistas admirás?

- Son muchos y por distintas razones. Básicamente Miles Davis, por su sofisticación como compositor e intérprete, y por su evolución constante. Dizzy Gillespie, un “trumpet hero“, con una capacidad física para tocar en tonos agudísimos y dueño de un sentido del humor que lo convirtió en un personaje fundamental de la cultura norteamericana de los años 50. Gillespie (suelo decir “mi tío“ en broma) también puso el ojo en la música latinoamericana y fue uno de los impulsores del latin jazz. También elijo a Clifford Brown, Freddie Hubbard y Lester Bowie.

- ¿Cómo ves el jazz en Argentina, en relación con la música popular más difundida?

- La música popular que se difunde masivamente no es precisamente la mejor sino más bien la que pueden vender. La difusión actualmente se mueve por dinero, de las discográficas o los productores de los artistas. Ese dinero está generalmente puesto en lo que va a funcionar rápido. La industria musical está encolumnada en artistas que puedan resultar un negocio comercial. Por eso eligen artistas jóvenes y guapos a los que les componen canciones pegadizas y les enseñan todos los trucos para comportarse en el escenario. Es toda una industria detrás de estos artistas. muchos de ellos tienen una efímera trayectoria y otros nuevos los reemplazan cuando ya no sirven. Pero la música esta en otro lado. El jazz, como la música clásica, o la música instrumental en general ha quedado fuera del sistema de difusión. Quizás implica un compromiso mayor del oyente decodificarla y disfrutarla. Actualmente las radios y la televisión propagan sólo canciones relacionadas al reggaetón, la cumbia fina y los cantantes románticos. Antes fueron el rock y el pop. Mañana quizas será otra música que les pueda generar un negocio.

- Tocaste con grandes solistas, con grandes bandas y solo. ¿Podés contar algunos recuerdos?

- Afortunadamente, toqué con muchos de mis ídolos de la infancia y también con grandes bandas contemporáneas. Tocar con Sumo en los ochenta fue un sueño cumplido (allí conocí a Pettinato, con quien trabajé en muchas otras propuestas). Tocar en la despedida de Soda Stereo, en River Plate, fue otro gran momento emocionante. También tocar con el maestro Walter Malosetti (el padre de Javier) y aprender jazz con él fue muy importante. En una época venía Charly García como tecladista invitado de mi banda, hicimos varios shows, y fue una gran generosidad de su parte (siempre sorprende).

- En vos, ¿el humorista influencia al músico?

- Todo se combina. Como es natural, puedo hacer distintas actividades, pero mi esencia está en todas ellas. Cada cosa tiene sus reglas propias. La música hay que saber tocarla y los chistes vienen después, o entre canción y canción.

- El músico, el escritor, la radio, la tele (etcétera). ¿Qué te falta?

- Profesionalmente, hice más cosas que las que me había imaginado. Yo quería ser psicólogo, eso estudié, pero la vida me llevó por caminos inesperados y superó mis expectativas.