Si supieras,
que aún dentro de mi alma,
conservo aquel cariño
que tuve para tí...
Quién sabe si supieras
que nunca te he olvidado,
volviendo a tu pasado
te acordarás de mí...
Desde el primer verso de Pascual Contursi, parece que “La cumparsita” fuera muy porteña. Pero el sencillo y emblemático tango fue creado entre 1915 y 1916 -como una marcha- por el estudiante de Arquitectura Gerardo Matos Rodríguez, que entonces tenía 18 años. Fue Roberto Firpo quien la estrenó el 19 de abril de 1917 en el bar La Giralda, en el centro de Montevideo, donde hoy se alza el emblemático edificio Palacio Salvo.
La versatilidad musical ha hecho que La cumparsita tenga múltiples versiones y arreglos de orquestas de Finlandia a Japón, Francia, España, Medio Oriente, África y América.
Las versiones
En los oídos argentinos resuenan las versiones clásicas de Carlos Gardel, Libertad Lamarque, Julio Sosa, Juan D’Arienzo, Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese, entre muchas.
Entre las alternativas, las hay de Cacho Castaña, Julio Iglesias, Django y Raphael. La toca como pocos en guitarra Luis Salinas; en violín la japonesa Naoko Terai; en electrónica la ecuatoriana Martha Psyko; en ukelele, Shu san; en chachachá, La charanga cubana; en rock, Praxis. Y está la metalera de Märkiki y la muy conocida de Electrotango.
Matos Rodríguez tenía un oído privilegiado. Como carecía de formación musical, fue su hermana quien transcribió la partituras de la obra, que Uruguay declaró himno popular y cultural por una ley de 1998. “Creo que nunca pude hacer otro tango igual... Más adelante compuse otros tangos y otras músicas, algunos quizás mejores que el primero. Pero este encierra un mundo de ilusiones y de tristezas, de sueños y de nostalgias que sólo se viven a los 20 años. Fue un momento mágico. Y mágico fue su destino. ¡Cuántos misterios en torno a él, cuántos pleitos! Ríos de tinta y kilómetros de papel se han utilizado para enaltecerlo o hacerlo pedazos”, escribe el compositor en su libro “Yo, Matos Rodríguez, el de La cumparsita”.
Las claves para trascender el tiempo y las fronteras geográficas y culturales permanecen en el terreno de lo mágico y misterioso, porque no se trata de una obra musical de gran elaboración.
Grandes maestros de la música han opinado que existen muchos tangos tan buenos o mejores desde el punto de vista musical. Pero ninguno llegó a lo que fue y es “La cumparsita”. Es pegadiza. Es una música popular, inolvidable, interminable, cuya vigencia no tiene explicación racional.
Entre los músicos, hay quienes comparan la trascendencia de “La cumparsita” con la de Carlos Gardel, y como él, ha acercado y alejado a argentinos y uruguayos a través del tiempo en polémicas sobre la pertenencia patrimonial.
Pintada en la calle
En estos días, 12 artistas uruguayos de la asociación “Expresarte Cultura” rinden homenaje al centenario de “La cumparsita”, considerado el tango más famoso del mundo. En una calle de la localidad uruguaya de San Gregorio de Polanco (departamento de Tacuarembó, 370 kilómetros al norte de Montevideo) fue pintada, nota por nota, la partitura completa de Matos Rodríguez, a lo largo de 82 por 9 metros.