“Empecé a drogarme con paco apenas llegó al barrio, en el 2006. Ahora me estoy recuperando. Es tremendo que en más de 10 años hayan muerto como 100 chicos ahorcados y no puedan terminar un centro para adictos”, soltó indignada Jaqui Ponce mientras colocaba una chapa para proteger el fuego en el que cocinaba dos ollas a la intemperie, en el patio de su casa.

Un grupo de recuperación de adictos y vecinos de La Costanera organizará una procesión religiosa y una misa hoy a la siesta, en la construcción abandonada del Centro Preventivo Local de Adicciones (Cepla). La obra, que se paralizó en diciembre de 2016 con un 43% de avance, lleva meses sometida al saqueo. La estructura parece a punto de derrumbarse y los vecinos señalaron que los transas de la barriada habrían mandado a grupos de adictos a vandalizar la estructura.

El objetivo de la misa será pedirle a Dios que haga lo que los gobiernos Nacional y Provincial no pudieron: completar la construcción del centro. El martes, el grupo Ganas de Vivir, un dispositivo de psicólogos del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia, reanudó el comedor de noche para adictos. La idea, contaron allí, es cocinar en la casa de uno de los integrantes del grupo y servir las raciones en el Cepla, para evitar que en el lugar se instalen casillas de otras familias.

“Como la gente recién se acuerda de Dios cuando ve una tumba, nosotros le pedimos fuerzas para seguir luchando. Este centro se terminará de construir sí o sí; lo terminaremos nosotros si hace falta. Ya nos cansamos de que nos mientan y nos discriminen: prometieron terminarlo la ex ministra de Desarrollo Beatriz Mirkin, el cura Carlos Molina cuando estaba en la Sedronar, y ahora Pablo Yedlin (secretario general de la Gobernación) y Roberto Moro (titular de la Sedronar del macrismo)”, disparó Ángel Villagrán, vecino de La Costanera que forma parte de La Hermandad de los Barrios (un colectivo de siete villas que luchan contra el narcotráfico y las adicciones).

La construcción del Cepla se inició en junio de 2015. El centro formaba parte de los 210 anunciados por la ex presidenta Cristina Fernández en enero de 2014, como parte del programa “Recuperar Inclusión”. Se proyectaron 91 centros y se inauguraron 11. Su titular, Roberto Moro, había visitado la obra en octubre y había afirmado que las obras se reanudarían en noviembre.

Hambre y paco


El menú del comedor fue guiso de arroz, lentejas y pollo. Integraron a las madres de los adictos en tratamiento para cocinar, mientras que el resto del grupo busca a los jóvenes para acercarles el plato de comida. “Un chico adicto come por tres, porque anda dos o tres días en consumo. Que sea de noche es fundamental porque acá no se cena. Se almuerza y se toma mate cocido a la tarde. Nos acercamos a nuevos chicos para que inicien un tratamiento a partir de un plato de comida”, explicó Ponce mientras agregaba cajas de puré de tomate. Como no tienen garrafas cocinan encendiendo cajones de verduras y basura. Las cajas de tomate vacías también fueron al fuego. “Si a los gobiernos nacional o provincial les interesara cambiar antes de pedir fondos para otra cárcel podrían construir este Cepla, así se evite que los chicos caigan presos. Todos saben que empiezan a robar porque se drogan. Todos los que están presos tienen problemas con adicciones. Hoy (por el martes) cocinamos de nuevo con donaciones, esperamos que esta semana la Provincia envíe los insumos para cocinar”, remató.

Alberto Torres, también del dispositivo, barría el Cepla abandonado para instalar ahí mesas y sillas. Abandonó la tarea cuando comenzó a caer un aguacero. El muchacho se recuperó de su adicción al paco y se recibió de técnico operador socioterapéutico. Se sumó junto con seis compañeros al plantel profesional comandado por los psicólogos sociales.

“Éramos siete técnicos, pero dejamos de cobrar nuestro sueldo en febrero. Si bien el Cepla estaba en obras, el equipo profesional trabajaba desde 2014. Ahora se cortó el pago y quedamos en nada. Seguimos trabajando pero no sé de dónde comer”, narró el muchacho de 27 años. “El Estado a mí me dio una oportunidad y después me la arrebató. Me da bronca. No tengo qué hacer para vivir, ¿dónde está el futuro que prometían si salíamos de la droga? ¿Qué quieren que haga?”, criticó. Contó que hace una semana fue a dejar un currículum en una cadena de supermercados y que lo rechazaron por vivir en La Costanera.