WASHINGTON/MIAMI.- Por lo menos en algo Washington y Moscú están de acuerdo. Los encuentros del secretario de Justicia, Jeff Sessions, con el embajador ruso no tuvieron nada de extraordinario, sino que el hecho ha sido sacado fuera de contexto. Peor aún, las dos capitales están de acuerdo en que todo proviene de ‘la prensa falsa’.

En Moscú, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que la revelación del miércoles del diario The Washington Post, es un “vandalismo mediático”. Su colega en la Casa Blanca, Sean Spicer, sostuvo, antes de subirse a un avión con el presidente, Donald Trump, rumbo a Virginia, que todo no pasa de “una historia falsa con objetivos políticos”, alimentada por los demócratas.

El “caso Sessions” amenaza con crear una nueva crisis en el Gobierno, semanas después de la destitución del asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, el general Michael Flynn, por ocultar al vicepresidente, Mike Pence, los contactos que mantuvo con el mismo funcionario ruso antes, durante y después de las elecciones.

Pero en el mundo político estadounidense el escándalo está subiendo de tono. Los demócratas sostienen que el asunto es realmente serio, tanto que están pidiendo que el secretario de Justicia renuncie a su cargo o, en lo mínimo, no participe en las investigaciones sobre la aparente interferencia rusa en las pasadas elecciones presidenciales.

Los republicanos no llegan tan lejos como para pedir la dimisión, pero también han manifestado que debe apartarse de la investigación en ese sentido, mientras en el Senado a cada minuto se intensifica la necesidad de nombrar un fiscal especial para investigar el caso.

El asunto es simple. Durante el verano y antes de las presidenciales, el entonces senador Sessions se reunió dos veces con el embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak. Una vez en instalaciones del Partido Republicano y otra en su despacho senatorial en Washington. Los contactos de senadores con embajadores son normales. Sin embargo, en este caso se complican porque se dieron en un momento en que ya la administración de Barack Obama estaba investigando la interferencia rusa en los comicios y, durante las audiencias de nominación en el Senado, Sessions ocultó las conversaciones a los senadores. Cuando su colega de Minnesota, el demócrata Al Franken, le preguntó directamente si conocía de algunos contactos de esa naturaleza por parte de alguien de la campaña de Trump, Sessions fue tajante, dijo que no.

Ayer, tras la denuncia de The Washington Post, el ahora secretario de Justicia no desmentió el hecho sino que aseveró que “las conversaciones no tuvieron nada que ver con la campaña política y menos sobre la intervención rusa en las elecciones”. No está claro, entonces, de qué conversaron.

“Creo que no debo involucrarme en la investigación de una campaña en la cual he participado. Ni en esta, ni en otras relacionadas con la campaña”, dijo Sessions ayer en rueda de prensa en su despacho.

No pasa nada

El jefe de Estado, por su parte, afirmó ayer que tiene “total” confianza en Sessions y que no cree que deba apartarse de posibles investigaciones del Departamento de Justicia sobre el supuesto hackeo del Partido Demócrata por parte de Rusia y los presuntos contactos de Moscú con la campaña de Trump. Trump dijo que Sessions “probablemente” haya dado un testimonio verídico. El Presidente también dijo que no tenía conocimiento de los supuestos encuentros de Sessions con el embajador: “No estaba al tanto”, aseveró. (Télam-Reuters-Especial)