Carlos Mastrangelo es un profesor de ingeniería electrónica y computacional que tenía la vista perfecta y que, después de los cincuenta, comenzó a luchar contra los problemas que trae aparejados la edad.

"Necesito lentes para leer y me los tengo que poner y sacar cientos de veces al día para ver objetos de cerca y de lejos. Y lo detesto", le dijo a BBC Mundo.

Finalmente decidió probar los lentes multifocales, pero el resultado le incomodaban aún más porque, según afirmó, la imagen distorsionada y de muy mala calidad provocándoles dolor de cabeza. 

"El oculista me dijo que la única solución era usar lentes. Uno puede ajustar la vista con cirugía refractiva láser, pero no puede corregir los problemas de acomodación", contó el inventor.

Cuando el cristalino se hace más rígido o los músculos de los ojos más débiles, comenzamos a ver las imágenes borrosas y eso sucede a medida que las personas van envejeciendo.

"Vivimos en el siglo XXI, pero parece que los médicos se quedaron en el pasado. La necesidad es la madre de la invención", aseguró Mastrangelo y explicó que lideró un equipo compuesto por unos 10 ingenieros (incluyendo tres profesores) y comenzó a trabajar en un proyecto para desarrollar unas "gafas inteligentes" hace un par de años. 

Características de las gafas inteligentes:

- Microcontrolador que continuamente ajusta el poder de los anteojos para ver claramente objetos a cualquier distancia.

- No tienen cristales y cuentan con un sensor automático.

- Para saber la clase de defecto óptico que tiene la persona, estos lentes requieren el uso de una aplicación móvil o tableta vía Bluetooth.

- Pueden corregir cualquier problema relacionado con el enfoque. Están diseñados para corregir defectos asociados con la acomodación del cristalino y problemas de visión fuera del foco  

Mastrangelo aclaró que sus anteojos inteligentes no pueden resolver problemas asociados con el daño en la retina (como retinitis pigmentosa o visión tunelífica), ni tampoco problemas con el bloqueo del cristalino (como cataratas).

"Para esos problemas uno necesita cirugía óptica o prótesis de retina", sentenció.

Junto a su equipo, está trabajando ahora en reducir el volumen y peso de las gafas. Aunque el mayor problema es el de la batería, explica, pues una batería más liviana significa que no podrá durar mucho.

También deberá lograr que tengan un mejor diseño y estilo y que sean aptos para el consumo. "Si todo funciona bien, tendremos un producto en el mercado en unos dos o tres años", asegura con optimismo.