En el territorio nacional se oyen tonadas que no dejan mentir el origen del hablante. Entre las más inconfundibles se cuenta una que exagera las eses; por ejemplo, al pronunciar “Santiago del Estero”. Esta se oía en una parte del sector 2 de plateas; en especial, cada vez que el equipo visitante generaba alguna acción de peligro. “Ni bien supimos que jugaba Boca decidimos venir. Gracias a Dios conseguimos entradas”, dijo José Loira a LG Deportiva, durante el entretiempo del partido que Atlético empató 2 a 2 con el “Xeneize”. Vino junto a su esposa, Beatriz Barbieri, y a su hijo, José Loira. Todos viven en la capital de la vecina provincia. “Llegamos a las 14 (de ayer), y nos vamos apenas termine el partido”, agregó. Por cuestiones laborales, según explicó, no pudieron venir el sábado, para recibir al plantel en el aeropuerto.

La presencia de un club tucumano -en este caso, Atlético- en la máxima categoría del fútbol argentino genera turismo. En algún momento del campeonato, los clubes grandes vendrán aquí para jugar contra el “Decano”. Y eso hace que decenas, cientos, miles de hinchas foráneos se trasladen a nuestra provincia. Y aunque no pernocten -como los santiagueños de renglones arriba-, sí dejan su dinero en bares, en restaurantes, en kioscos, en transporte.

Por ejemplo, Maximiliano Arriaga y su amigo Fernando Cornejo, que llegaron desde Salta a desayunar a Tucumán. “Salimos a las 6; queríamos andar tranquilos en la ruta, y tener tiempo para estar descansados: si llegábamos muy sobre la hora íbamos a estar muy destruidos para manejar a la vuelta”, explicó “Maxi”. Fernando contó que desayunaron en una estación de servicios sobre la ruta 9 y que almorzaron en una parrillada del centro. “Luego tomamos un café en un bar cerca del estadio, y a las 17 ya fuimos a la cancha. Aunque teníamos entradas numeradas no quisimos arriesgarnos”, explicó.

No sólo debería importar al hincha que un club tucumano juegue en Primera División. También a los empresarios gastronómicos, hoteleros y, en especial, al Gobierno, si se quiere incentivar la “industria sin chimeneas”.