BUENOS AIRES.- Se cumplen 20 años del fallecimiento de la ídola más grande de cumbia en nuestro país: Gilda. Figura indiscutible de la cultura popular argentina, su trágica muerte signó el comienzo de tristezas para la movida tropical. Tenía 35 años cuando el 7 de septiembre de 1996 perdió la vida junto a su hija, su madre y tres músicos, en el kilómetro 129 de la ruta nacional 12, camino a Chajarí, en Entre Ríos.
Gilda revolucionó la música tropical con su rostro angelical y su dulce voz. Pudo imponerse así en un ambiente regido sólo por hombres hasta el momento. Después de la tragedia, el colectivo accidentado en el que viajaba la creadora de cumbias inolvidables como “Fuiste”, “No me arrepiento de este amor” y “Corazón valiente” es hoy un santuario en el que se prolongan los milagros que ya se le atribuían a la cantante en vida.
La historia, por ejemplo, relata que durante un recital en Jujuy Gilda vio llorar a una niña cerca del escenario y al finalizar el concierto la abuela de la niña se acercó para decirle el motivo: “su madre está en terapia intensiva, y la niña le pone tu música como si ésta pudiera curarla”. Al tiempo -dicen- la madre de la pequeña se recuperó.

BUENOS AIRES.- Se cumplen 20 años del fallecimiento de la ídola más grande de cumbia en nuestro país: Miriam Alejandra Bianchi, más conocida como Gilda. Figura indiscutible de la cultura popular argentina, su trágica muerte signó el comienzo de tristezas para la movida tropical. Tenía 35 años cuando el 7 de septiembre de 1996 perdió la vida junto a su hija, su madre y tres músicos, en el kilómetro 129 de la ruta nacional 12, camino a Chajarí, en Entre Ríos.

Gilda revolucionó la música tropical con su rostro angelical y su dulce voz. Pudo imponerse así en un ambiente regido sólo por hombres hasta el momento. Después de la tragedia, el colectivo accidentado en el que viajaba la creadora de cumbias inolvidables como “Fuiste”, “No me arrepiento de este amor” y “Corazón valiente” es hoy un santuario en el que se prolongan los milagros que ya se le atribuían a la cantante en vida.

La historia, por ejemplo, relata que durante un recital en Jujuy Gilda vio llorar a una niña cerca del escenario y al finalizar el concierto la abuela de la niña se acercó para decirle el motivo: “su madre está en terapia intensiva, y la niña le pone tu música como si ésta pudiera curarla”. Al tiempo -dicen- la madre de la pequeña se recuperó.