El amor por la naturaleza ya lo predicaba Francisco de Asís: estaba convencido de que todo lo creado era obra divina y, entonces, todos los seres debían ser tratados como hermanos. Pues bien: en estos días, lapachos y “patas de cabra” estallaron en rosa, blanco y amarillo; y los naranjos, en hojas de un verde increíblemente brillante y en nubes de azahares. En estos días, gracias a nuestros “hermanos árboles”, caminar por algunas calles de Tucumán es un verdadero placer. Y también de placer está hecha la vida, ¿verdad? “Los árboles forman parte de la infraestructura urbana. De hecho, brindar belleza -o perfume, como los azahares-, ¡es un enorme servicio!”, reflexiona Ana Levy, bióloga y responsable del Jardín Botánico de la Fundación Lillo.

Todo bien, podría decirse, pero... ¿tanto ruido periodístico por unas semanas de flores? Para nada... “Los árboles prestan muchos otros servicios a la ciudad; nos dan sombra, pero también ayudan a paliar la contaminación atmosférica, fijando dióxido de carbono y transformándolo en materia viva, filtrando otros gases e interceptando polvo de la atmósfera”, añade Levy.

“Está demostrado que, aunque la temperatura del aire sea la misma, en una calle arbolada la temperatura de calzadas, veredas y muros baja drásticamente -advierte por su parte Leonardo Paolini, del Instituto de Ecología Regional de la Facultad de Ciencias Naturales-. Y a su vez, las superficies sobrecalentadas terminan incrementando la temperatura del aire”.

Por eso una ciudad arbolada como Mendoza o San Juan, por ejemplo, es mucho más amigable para sus peatones. Sin contar, claro, otras ventajas más subjetivas: suelen aportar “personalidad” a la ciudad, dando sensación de pertenencia. ¿Hace falta volver a nombrar nuestros lapachos? Y si esto es así... ¿por qué se los daña tanto?

Muy malos tratos

Es innegable que los árboles de la ciudad sufren el vandalismo de los ciudadanos. En un informe que publicó LA GACETA el 15 de agosto funcionarios municipales afirmaron que un 40% de los árboles que se plantan no llegan a superar los dos años de crecimiento a causa de diversos actos vandálicos.

“A veces, el vecino es un asesino serial: los poda mal, a destiempo e innecesariamente; o directamente los saca para que no le tapen el frente de la casa”, se queja con tristeza Rodolfo Lescano, vecino de San Miguel de Tucumán, mirando un ejemplar hachado malamente. “Los tucumanos parecen odiar los árboles: les molestan las hojas, dicen que ‘ensucian’; les molestan las raíces... Claro que en verano más de una sombrita les salvará la vida”, añade amargamente.

Pero ojo: los daños no los causa solo “la gente”: el Estado tampoco hace las cosas como debería.

“Hace unos días vi como atacaban los naranjos a machetazos en la cuadra de mi casa -reclama Rosina Campo, de la Sociedad Amigos del Árbol-. Dieron como excusa de que no pueden pasar las máquinas que están repavimentando la ciudad”.

Pero a veces molestan...

A veces las quejas porque algún árbol causa conflictos tienen fundamento: “sucede que el Estado durante mucho tiempo dejó en manos de los vecinos la plantación; y si eso se hace sin conocimientos y sin planificar, genera problemas”, reconoce Paolini y destaca que el municipio es el responsable directo. “Pero no el único -advierte Levy-. El vecino es corresponsable del riego y del cuidado. Lo que no debe encarar es la poda. En primer lugar, porque la mayoría de los árboles no la necesita. Y además, es algo muy delicado; debe ser realizada por personal capacitado”.

¿Cuándo puede hacer hace falta? “Cuando las ramas bajas no permiten pasar a los peatones, o impiden la visual, de semáforos, por ejemplo”, aclara Levy, pero insiste en que, de ser posible, debe evitarse. “Es mejor solución elegir con anticipación, y fundamentos, el ejemplar correcto para cada lugar”, advierte y lanza la recomendación final: consultar siempre con la Subdirección de Arbolado Urbano. Y si te interesa aprender, Levy recomienda la “Guía de arbolado de Tucumán”, editada por el ingeniero Alfredo Grau y la licenciada Alejandra Kortsarz, ambos del Instituto de Ecología Regional. “El PDF está disponible en Internet”, destacó.

El municipio quiere trabajar con los vecinos

“Cuando el cubano José Martí nombró entre las tres cosas importantes de la vida ‘plantar un árbol’ sabía lo que hacía: es una de las formas de trascender”, sentencia Alejandro Ríos, desde hace ocho meses subdirector de Arbolado Urbano de San Miguel de Tucumán. “Hasta entonces había sido solo empresario... y ciudadano preocupado”, cuenta. Esa preocupación lo llevó a hacerse cargo de esta suerte de “papa caliente” que son los árboles de la ciudad y sus necesidades.

Afirma que la Municipalidad ha tomado iniciativas estos años: los lapachillos amarillos de la calle Córdoba, entre otros, son un ejemplo. “Ahora estamos trabajando en mejorar la operatividad. Principalmente, no se deben encarar acciones sin un plan integral, porque no se sostienen en el tiempo, y entonces los árboles terminan abandonados a su suerte”, admite, y asegura que el objetivo es revertir esa situación. Por eso, además de recorrer la ciudad todos los días -cuenta-, su equipo ha encarado un censo (por ahora, dentro de las cuatro avenidas) para conocer el estado de todos los ejemplares. “Con esa información podremos planificar; saber si hay que podar, o renovar...”, explica .

Destaca que, además, su objetivo es trabajar con la gente. “Una vez que tengamos ese diagnóstico se podrá sancionar a los infractores -campaña que, en realidad ya se inició- y crear un sistema de estímulos para que la gente se reapropie de los árboles de su cuadra”, añade, y les deja a los vecinos su celular: “3816826342... pueden llamar o mandar mensajes de Whatsapp. Siempre”.


Qué sí, qué no...los árboles adecuados
“Los árboles crecen y plantar uno inadecuado es plantar un problema”, advierte Ana Levy, responsable del Jardín Botánico del Lillo-, y aconseja tener en cuenta la superficie de la vereda al elegir los ejemplares. Entre las especies aptas para nuestro microcentro (vereda de 2,5 m), resalta el pata de vaca (como el de la foto), el crespón, el naranjo agrio, el lapachillo, el callistemon (llamado limpia tubos, por su flor en forma de largo cepillo). Si la vereda llega a los 3,5 m, puede optarse por lapachos, tarcos, fresnos o liquidambar. La copa debe estar como mínimo a 2 metros, para no obstaculizar el tránsito de los peatones.
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Herida mortal
los daños en la corteza pueden matar un árbol“El sistema vascular del árbol no está en el centro del tronco, sino en la corteza. Dañarla es como cortarle las venas”, explica Ana Levy, del Instituto Lillo. “Así como la poda o la extracción, este daño es un delito”, añade. Cabe recordar que el propietario frentista (o quien resida en la propiedad) es responsable de los cuidados necesarios para el crecimiento saludable del ejemplar. Eso implica riego, desbrote, protección contra depredadores, limpieza de tazas, etcétera.
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Los canteros
prever el crecimiento
Al momento de ser plantado, el tronco deberá tener diámetro unos 4 cm de   espesor y buen tutor, para que crezca recto y no sufra daños, explica Rosina Campo, de la Sociedad Amigos del Árbol. Están prohibidos los canteros sobreelevados. “El árbol va a crecer y el espacio para el tronco también deberá hacerlo. Esos canteros impedirán el crecimiento y a la larga se romperán”, advierte el biólogo Leonardo Paolini, de la Facultad de Ciencias Naturales. Una solución es colocar piezas móviles (las de la foto están en calle Buenos Aires primera cuadra) cuando sea necesario. 
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¿vas a construir
La Ordenanza 2.432/96 deja claro que obras nuevas y remodelaciones deben adaptarse a los árboles. En el proyecto se deberán preservar los ejemplares que se encuentren en plena vida útil. De lo contrario, Catastro no podrá autorizar la obra. 
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NO podés podar Está prohibido podar sin autorización expresa de la Municipalidad. También ocasionar daños de cualquier tipo, fijar elementos extraños, encalar el tronco o pintarlo. No se podrá lavar veredas con agua jabonosa u otra sustancia que pueda afectarlo.
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obras públicas
“Las empresas del Estado, solidariamente con sus contratistas, las empresas privadas y los particulares que realicen trabajos en la vía pública deberán tener especial cuidado en no dañar los árboles al efectuar las obras”, dicen la ley.


Qué sí, qué no...los árboles adecuados
“Los árboles crecen y plantar uno inadecuado es plantar un problema”, advierte Ana Levy, responsable del Jardín Botánico del Lillo-, y aconseja tener en cuenta la superficie de la vereda al elegir los ejemplares. Entre las especies aptas para nuestro microcentro (vereda de 2,5 m), resalta el pata de vaca (como el de la foto), el crespón, el naranjo agrio, el lapachillo, el callistemon (llamado limpia tubos, por su flor en forma de largo cepillo). Si la vereda llega a los 3,5 m, puede optarse por lapachos, tarcos, fresnos o liquidambar. La copa debe estar como mínimo a 2 metros, para no obstaculizar el tránsito de los peatones.

Herida mortal
los daños en la corteza pueden matar un árbol“El sistema vascular del árbol no está en el centro del tronco, sino en la corteza. Dañarla es como cortarle las venas”, explica Ana Levy, del Instituto Lillo. “Así como la poda o la extracción, este daño es un delito”, añade. Cabe recordar que el propietario frentista (o quien resida en la propiedad) es responsable de los cuidados necesarios para el crecimiento saludable del ejemplar. Eso implica riego, desbrote, protección contra depredadores, limpieza de tazas, etcétera.

Los canteros: prever el crecimiento

Al momento de ser plantado, el tronco deberá tener diámetro unos 4 cm de   espesor y buen tutor, para que crezca recto y no sufra daños, explica Rosina Campo, de la Sociedad Amigos del Árbol. Están prohibidos los canteros sobreelevados. “El árbol va a crecer y el espacio para el tronco también deberá hacerlo. Esos canteros impedirán el crecimiento y a la larga se romperán”, advierte el biólogo Leonardo Paolini, de la Facultad de Ciencias Naturales. Una solución es colocar piezas móviles (las de la foto están en calle Buenos Aires primera cuadra) cuando sea necesario. 

¿Vas a construir?
La Ordenanza 2.432/96 deja claro que obras nuevas y remodelaciones deben adaptarse a los árboles. En el proyecto se deberán preservar los ejemplares que se encuentren en plena vida útil. De lo contrario, Catastro no podrá autorizar la obra. 

No podés podar

Está prohibido podar sin autorización expresa de la Municipalidad. También ocasionar daños de cualquier tipo, fijar elementos extraños, encalar el tronco o pintarlo. No se podrá lavar veredas con agua jabonosa u otra sustancia que pueda afectarlo.

Obras públicas
“Las empresas del Estado, solidariamente con sus contratistas, las empresas privadas y los particulares que realicen trabajos en la vía pública deberán tener especial cuidado en no dañar los árboles al efectuar las obras”, dicen la ley.