Nada de cereales. Ni leche. Ni tostadas. Ni mermelada light. Ni queso untable. La imagen del desayuno de Carolina Rojas, fisioterapeuta, no tiene nada que ver con eso que “pensamos” que es un desayuno ideal. Sobre la mesa hay cuchillo y tenedor y un pedazo de asado que quedó del día anterior. Mate amargo y algunas frutas.

“La lista de comidas para el desayuno es la misma que para el almuerzo y la cena”, aclara Carolina (32), que ha decidido darle un portazo a las harinas y adoptar una nueva forma de alimentarse, la “paleo”. La dieta se hizo por demás famosa en estos días porque se metió en la agenda olímpica. Son varios los atletas exitosos que la eligen para sus menúes. Luis Scola y Emanuel Ginóbili son dos de ellos, por ejemplo. “Me siento mejor que nunca comiendo de esta forma”, confesó Scola.

¿Qué es la dieta paleo? ¿Es realmente efectiva? ¿Cuáles son sus pro y sus contra? ¿Cualquiera pueda hacerla? Esta y otras preguntas les hicimos a los expertos en el tema.

Los paleo proponen comer lo que comía el hombre en el paleolítico: carnes, frutas, verduras, nada artificial, nada procesado. El argumento es que genéticamente el hombre está preparado para comer lo que encuentra en la naturaleza, y que todo lo demás lo enferma.

“También se la conoce como dieta cavernícola o la dieta de cazadores-recolectores. Propone comer alimentos que se supone que han estado disponibles para los seres humanos antes del establecimiento de la agricultura. Los componentes principales de esta dieta son de origen animal y de origen vegetal sin cultivar, como la carne magra, pescado, verduras, frutas, raíces, huevos y frutos secos. La dieta excluye alimentos como granos, legumbres, productos lácteos, sal, azúcar refinada y aceites procesados, los cuales no estaban al alcance de las personas antes del cultivo de plantas y de que se empezaran a domesticar animales. Esta dieta se describe como alta en proteínas, fibra, grasas saludables, potasio, vitaminas, minerales, fitonutrientes y antioxidantes. El nutriente principal del que parece tener carencias la dieta paleolítico es el calcio”, analiza la licenciada Lucía Vallejo Trejo.

Para hablar de las ventajas de la esta alimentación, Francisco D’Onofrio, referente del Programa de Atención Integral de Obesidad (PAIO), hace una necesaria comparación: “los hombres y mujeres del Paleolítico recorrían entre de seis y 10 kilómetros diarios y usaban su cuerpo para transportar todo tipo de enseres y tenían que defender su vida de los depredadores. En cambio, en esta etapa del Neolítico hay gran sedentarismo y proliferan los amasados (harinas), gaseosas, pizzas, papas fritas, golosinas, helados, alcohol, jarabe de maíz de alta fructosa, sal, azúcar de caña, los alimentos low fat (bajos en grasas) o edulcorantes. Todo esto no formaba parte del menú primitivo. La comida de entonces era natural, no estaba procesada por la industria”.

“Volver a esa alimentación tiene muchos pro: significaría una menor incidencia de obesidad, de diabetes tipo 2, de enfermedades cerebrocardiovasculares y de ciertos cánceres, como el de colon y el de próstata. Pero siempre que esta dieta sea acompañada de actividad física, como los antiguos habitantes de la era paleolítica”, precisa. Y añade otro punto a favor: “las carnes y plantas, hortalizas y frutas actuales tienen casi el mismo contenido acuoso y la misma identidad biológica que utilizaba el hombre palelolítico”.

Algunas desventajas

La primera desventaja de estos menúes cavernícolas es la económica. “No es para cualquiera. Lo saludable y no procesado es lo más caro del mercado”, remarca D’Onofrio. Y hace algunas aclaraciones: “esta dieta puede tener carencias de calcio y vitamina D. No es bueno que se realice sin el asesoramiento adecuado. Antes de comenzar con una alimentación de este tipo, se deben descartar patologías previas: fallas cardíaca, hepática y renal, trastornos psiquiátricos como depresión, trastornos de conducta alimentaria o adicciones, como así también lesiones ostearticulares. Es fundamental realizar un examen clínico y de laboratorio. También se debe tener mucha precaución con los pacientes renales”.

Vallejo Trejo no está ni a favor ni en contra de la dieta paleo. Sí advierte que hay un punto poco beneficioso en este tipo de menúes: “eliminar grupos de alimentos cuyos beneficios para la salud están demostrado como los lácteos (por ser fuente de calcio), cereales y legumbres”.

“Hay muchas cosas buenas, principalmente rescatar el consumo de grasas saludables y fibras”, advierte la especialista, a quien no le gusta recomendar una dieta puntual a sus pacientes. “Más bien creo que se debe diseñar un plan de alimentación personalizado, que enseñe a comer de un modo saludable”, resume.

El desafío de recuperar hábitos primitivos en pleno siglo XXI

Lucas Llach es uno de los precursores de la dieta paleo. Aunque en realidad prefiere llamarla “corriente paleolítica”. Porque para él la cuestión va mucho más allá de la mesa, de haber abandonado las harinas, los lácteos y los granos.

“Empecé con esto cuando leí que nuestro cuerpo estaba totalmente adaptado para el consumo de carne y luego llegué a paleo, que incluye carne pero no necesariamente como componente principal”, explica el economista, que se doctoró en Harvard y es profesor en la Universidad Di Tella.

Llach pregona que lo ideal es alimentarse con lo que corresponde a nuestra especie. Según su visión, la dieta paleolítica es lo mejor porque la humanidad ha comido (y ha vivido) de esa forma la mayor parte de su existencia. Recién con la adopción de la agricultura, modificó sus hábitos para pasar a alimentarse a base de productos ajenos a sus requerimientos biológicos, sostiene. Y apunta que tal vez ese sería el motivo de la aparición de muchas de las enfermedades modernas.

Difícil sería regresar a la caza y a la recolección, pero los “paleo” quieren acercarse lo más posible a una forma de vida que recupere hábitos primitivos saludables en pleno siglo XXI.

“En esencia la idea es ser conscientes de que cuando este animal que se llama Homo Sapiens adquirió todos sus rasgos, esos rasgos eran los ideales (por selección natural) para el ambiente y la sociabilidad en la que vivía: temperaturas de 20 grados, poco trabajo, cercanía a cursos de agua, vida al aire libre, sexualidad activa y promiscua, sociabilidad en casi todo momento y ejercicio. No es por casualidad que todas esas cosas son placenteras y hacen bien: es una adaptación”, resalta Llach.

“Nuestro cuerpo, como el de todas las especies, adoptó las formas y mecanismos más acordes a la comida que estaba al alcance; en nuestro caso, carne, pescado, frutas, verduras”, apunta Llach, que se reconoce un evangelizador de este estilo de vida.

Muchos seguidores de la cultura “paleo”, como él, hacen deporte en patas -bajo la premisa de que no hay calzado más anatómico que el propio pie- y usan versiones caseras de shampoo y jabón (nada de químicos industriales) o directamente se lavan con agua sola.

El autor del blog alimentacionsapiens sugiere que la corriente paleo no invita a ser fundamentalistas con esto. “Hay que relajarse, si me invitan a algún lugar y hay comidas neolíticas (con harinas, arroz, etcétera), o estoy en una circunstancia de hambre sin alternativas, me alimento con otra cosa; total de todos modos va a ser una proporción pequeña de mi alimentación”, aconseja.

"No creo en las dietas milagrosas"

Que ayuda a bajar mucho de peso. Que combate enfermedades de la modernidad, como diabetes, hipertensión, colesterol, obesidad y cáncer. Que saca lo mejor de los deportistas. Quienes apoyan la dieta paleolítica aseguran que es milagrosa. Entre los adeptos a esta corriente se encuentran varias personalidades: desde la modelo argentina Naomi Preizler hasta mega estrellas como Uma Thurman, Natalie Portman, Megan Fox y Beyoncé.

La licenciada en Nutrición Lucía Vallejo Trejo sostiene que no hay datos científicos concluyentes que demuestren la efectividad que, según se dice, esta dieta tiene para los deportistas, por ejemplo. “De entrada excluye grupos de alimentos que científicamente no está demostrado que generen algún daño en la salud, como por ejemplo los granos y legumbres”, explica.

Sería ingenuo creer que por seguir esta corriente cualquier persona va a tener el cuerpo y el rendimiento de los atletas olímpicos. “No creo en las dietas milagrosas. Y la literatura científica no las postula como tal. Pero también entiendo y respeto a las personas que adhieren a esta tendencia y la defienden incluso como estilo de vida. Es una cuestión de perspectiva”, señala. Considera que hay una dieta para cada persona. “Es bueno llevar a cabo un plan de alimentación funcional al estilo de vida de cada uno, que cubra las necesidades nutricionales”, resalta.

“Tampoco la paleo es necesariamente la mejor dieta para todos los deportistas. Según el tipo de disciplina, hay que analizar si la distribución de los macronutrientes es la más adecuada, principalmente por la contribución baja de los carbohidratos. Esto supondría un déficit de hidratos de carbono que impediría una reposición óptima del glucógeno muscular y hepático, no disponer de suficiente energía para las sesiones de entrenamiento y no optimizar la síntesis proteica neta en respuesta al entrenamiento”, opina.

TIPS "PALEOS"

La clave.- No restringirse nunca jamás en cantidad, eso atenta contra este tipo de alimentación. El hambre es buena: nos dice si el cuerpo necesita más alimento. Si hay hambre, se come, si hay más hambre se come más. Jamás contar calorías. Las calorías son buenas.

Sin horarios.- Se pude comer en cualquier horario y combinar todos los alimentos. Básicamente la dieta paleo establece que se puede comer cualquier planta salvo las semillas; todas las partes de cualquier animal (mamífero, pez, ave, insecto, reptil, anfibio), huevos incluidos. Y cualquier cosa que se produzca usando esas partes. Vino, aceites de oliva, jugos de fruta, todo en cantidades ilimitadas. Las infusiones como el café tienen mínimas partes de semillas, así que todo bien. Los embutidos están incluídos.

5 venenos blancos.- Así califican los “paleos” lo prohibido: 1) harinas de cualquier semilla (pero no de mandioca, por ejemplo. que es un tubérculo); 2) arroz; 3) azúcar; 4) lácteos; 5) sal. Respecto a la sal y al azúcar hay todo un debate. En cantidades muy moderadas, algunos sectores de esta corriente sí las permiten.