DOS FUNCIONES
• Hoy y mañana a las 22 en el teatro Mercedes Sosa (San Martín 479).


Enrique Pinti es mucho más que un actor. Es un lector incansable de la realidad, un analista de lo cotidiano y un férreo crítico de lo que ocurre. Esa visión implacable lo ubica en un lugar de preferencia que supera el tiempo y lo instala en un referente a la hora de querer escuchar voces inconformistas y opiniones sin filtro, el que no usa en las palabras que emplea sobre el escenario.

Desde ese sitial regresa a Tucumán con “Salsa criolla”, una obra que se transformó en sí misma en un mito. Van 30 años desde su estreno, y sus escenas mantienen la validez del primer día, como se lo podrá comprobar esta noche, en el teatro Mercedes Sosa. Antes, respondió preguntas de LA GACETA vía mail, la herramienta que elige a la hora de las entrevistas.

- ¿Qué cosas han cambiado en estas décadas?

- No todo cambia como parece cambiar; mejor dicho, cambian los métodos y los lenguajes, pero el fondo continúa con los mismos problemas estructurales y sin políticas de Estado sólidas.

- ¿Por éso se mantiene vigente su obra?

- Los servicios siguen siendo pésimos; los hospitales siguen sin insumos; la crisis energética continua; los políticos no asumen errores propios y siguen señalando los de sus rivales, y la inflación no cede a pesar de la convertibilidad con el uno a uno, de los subsidios, de los congelamientos de precios y de las supuestas cancelaciones de deudas eternas, no externas.

- Más de una generación ha visto “Salsa criolla”. ¿Cómo se lleva con el paso del tiempo?

- Yo sigo poniendo lo mejor de mí y mientras el cuerpo aguante voy a seguir haciéndolo.

- ¿Qué cambió en todo este tiempo en el campo artístico?

- Hay menos autocensura, más desfachatez y se abordan temas antes prohibidos. Eso siempre es bueno, pero lo fundamental sigue siendo el talento.

- ¿El humor político es otro en este momento?

- Fundamentalmente el humor político se basa en imitaciones magníficamente hechas por una generación donde brillan Martín Bossi, Campi, Freddy Villarreal, Fátima Florez y muchos más. De todos modos, se extraña el humor inigualable de Tato Bores, con sus análisis que iban más allá de la sátira.

- La historia argentina le suministra abundante material para sus textos. ¿Hubiera podido escribir sus obras en un país nórdico, por ejemplo?

- El rebrote del nazismo en esos países es horroroso y demuestra que bajo las tranquilas aguas heladas, el huevo de la serpiente sigue incubándose. Seguramente podría decir muchas cosas en esos otrora paraísos progresistas.

- “Salsa criolla” comenzó en el alfonsinismo y pasó por todos los otros Gobiernos. ¿Con cuál se llevó mejor y con cuál peor?

- Raúl Alfonsín fue una gran esperanza; Carlos Menem una fiesta de frivolidad, pizza, champagne y corrupción; la Alianza fue un disparate que apoyé públicamente, de lo que me arrepiento; y el período kirchnerista fue de buen comienzo y pésimo final. Ninguno me molestó ni me persiguió.

- ¿Cómo puede describir el estado de la cultura y de la política cultural actual?

- No tiene planes coherentes, siempre es el lado más delgado del hilo y la cultura sólo existe por el esfuerzo individual del talento argentino que, gracias a Dios, existe

- ¿El macrismo terminará siendo un menemismo aggiornado?

- En este país pasamos del populismo al ajuste subidos a una calesita mareante y vertiginosa que va dejando tendales de marginados. Es lo que veo desde que tengo uso de razón. Por lo tanto, hablar de menemismo, kirchnerismo o macrismo no tiene mucho sentido.

- Durante el kirchnerismo, la grieta llevó a que los artistas se definan públicamente de un lado o de otro del arco político. ¿Pasará esto nuevamente en esta gestión?

- Ya está pasando, y esperemos que no exista más en este tono desmesurado y agresivo.

- ¿Qué espera de este nuevo viaje a Tucumán?

- Pasarla tan bien como hace más de 30 años en esta hermosa provincia.