Con las estrofas del Himno Nacional Argentino, Tucumán recibió el Bicentenario de la Independencia en la Casa Histórica.

Miles de personas se reunieron en el centro tucumano e intentaron llegar al lugar en el que hace 200 años se declaró nuestra independencia. Pero muchos se quedaron con las ganas, porque eran tan grande la aglomeración que se hizo las calles colapsaron. La música del Himno Nacional fue interpretada por la banda de la División de Infernales de Güemes y las estrofas fueron entonadas por Los Juan.

El acto fue encabezado por el gobernador Juan Manzur y por el intendente Germán Alfaro. También estuvieron presentes gobernadores de distintas provincias del país y funcionarios del Gobierno nacional, entre otros.


A las 12 en punto LA GACETA hizo sonar su sirena, que en el pasado servía para advertirles a los tucumanos que de había producido un hecho de gran magnitud.

El centro, colapsado por la emoción

“Se me viene encima cuando enseñaba Historia en la escuela”. Belquis Cejas, de 75 años, miraba hacia la Casa de Gobierno con los ojos estrujando recuerdos. Ella viajó junto a Martina, su hermana de 80, desde Villa Berthet (Chaco), para ser parte de la fiesta del Bicentenario. Decenas de miles de espectadores se sumaron en la plaza Independencia para la vigilia del 9 de julio, que culminó con el gobernador Manzur cortando la primera porción de 200 tortas, al lado del intendente, Germán Alfaro, y del vicegobernador, Osvaldo Jaldo.

A las 23, Guiro Emanuel Rosales y César Ruiz le ponían ritmo a la noche. “De alguna forma somos la banda sonora de la noche, pero lo vivimos con el miedo de qué pasará pasado mañana. La música, lo fue toda la vida, es nuestro cable a tierra”, coincidieron los dos músicos. Inés Burgos vendía banderas argentinas entre la marea humana. “Como de lo que vendo, así que eso pido: trabajo”, soltó la vendedora ambulante, que se vino desde Salta a la búsqueda de una oportunidad. Cecilia Goyeneche le compró dos banderas a Burgos para sus hijitas: Leticia y Ana. Goyeneche cumplió 40 y su esposo, Sebastián Orlando, le regaló un viaje por el NOA. “Hace dos horas que llegamos desde Paraná, Tucumán es el inicio del viaje”, dijeron sonrientes. 


“Me siento como hace 50 años, cuando fui a ver el desfile de 1966. Ahora la gente está un poco más unida. Ojalá que nos terminemos de unir”, pidió el tucumano Néstor Zelaya, de 71 años, sobre la vereda de Casa de Gobierno. En el centro de la plaza, Magdalena preguntaba a sus nietas Micaela (con su hijito en brazos) y Estefanía dónde se ubicarían. “Que mejore la situación, y que haya trabajo para los jóvenes, que al menos en Tafí Viejo veo que falta y mucho”, anheló Magdalena.

A las 23.30 comenzó el show sobre el escenario. Elsa Jiménez se levantó de uno de los bancos de la plaza para ver el espectáculo. “Espero que se termine la mala política”, pidió la vecina de San Pablo. A unos pasos, Mauro Lazarte bailaba en una rondita con amigos. “No tengo qué hacer en mi barrio, así que vinimos a ver”, dijo el joven de 11 de Marzo.

Minutos antes de la medianoche, los funcionarios del gabinete provincial salieron de Casa de Gobierno. Era el momento del Himno. Todos se dieron vuelta de golpe, para ver los fuegos artificiales que eran parte del acto en la Casa Histórica. Manzur, Jaldo y los gobernadores demoraron 10 minutos en llegar desde allí para soplar las velas en una hilera con tortas. El público estalló cuando cantaron el cumpleaños feliz y admiraron el festival de fuegos artificiales. “Quiero agradecer a la vicepresidenta, Gabriela Michetti, al ministro Rogelio Frigerio, a los turistas y al pueblo tucumano”, dijo enardecido el gobernador, que mandó a llamar a Alfaro, y lo ubicó a su lado.

Todos los funcionarios despejaron la explanada para dar lugar al Ballet Folclórico Nacional, que se acomodó al espacio disponible. Manzur fue espectador de lujo, parado sobre la entrada principal, entre Frigerio y el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán. En medio de las sonrisas, Jhonathan y Matías (de 8 y 6) años, se escabulleron entre las vallas. Aún tenían obleas de chocolate para vender, pero querían ver de cerca a los bailarines. Ellos también fueron parte de la fiesta del Bicentenario.