La actividad citrícola tucumana es parte del paisaje, de la cultura y motor de nuestra economía, por lo que debemos cuidarla y afianzarla con nuevos horizontes, pero con la responsabilidad de evitar el ingreso de enfermedades que compliquen el futuro, dijo el asesor Marcelo Altamirano. Nuevas oportunidades tonifican al moderno y pujante sector de la economía tucumana, como lo es el posible ingreso de fruta fresca a los EEUU.

Así como aparecen las oportunidades, las amenazas están presentes en el horizonte: nubes negras se acercan a nuestros limoneros; se trata de la amenaza del HLB, enfermedad trasmitida por una chicharrita, letal para los cítricos, tan devastadora, que de ingresar al NOA podría herir de muerte a la actividad. Significará pérdidas millonarias, sumirá en la pobreza a miles de tucumanos y destruirá una cadena agroindustrial ejemplar y exitosa. Evitar que ingrese el HLB a Tucumán y el NOA es responsabilidad de todas las partes vinculadas con la actividad limonera, pero sobre todo de los gobiernos de la región, la Nación y entes sanitarios.

Hoy no tenemos el vector de la enfermedad en Tucumán, sí en el Norte, por lo que la prioridad número uno, es, que ni siquiera ingrese una ramita o parte vegetal de ninguna especie que no se encuentre controlada por los organismos sanitarios y auditada por las asociaciones de productores, empacadores e industriales del NOA. También es necesario establecer la obligatoriedad de controlar químicamente el vector por parte de productores y avanzar sobre el control biológico del mismo. Organismos como el Senasa, apoyados por las fuerzas de la ley, deben ejercer el poder de policía y el sistema de Barreras Fitosanitarias en las fronteras del NOA y Tucumán, impidiendo el tránsito de material vivo y envases de fruta.