¿Cómo atender un torrente de conflictos cada vez más caudaloso y cada vez más complejo con un sistema judicial pensado para la tramitación artesanal de un número pequeño de juicios simples? Esta pregunta resume la ponencia que desarrolló el ministro nacional Germán Garavano ayer, en el teatro Alberdi. Ante un número significativo de autoridades judiciales y de jueces ubicados en las primeras filas, y de alumnos de la Escuela Judicial del Consejo Asesor de la Magistratura (CAM) sentados en el resto de la platea y en los palcos del coliseo, el funcionario del Gobierno del presidente Mauricio Macri dijo que el Poder Judicial debía ser el promotor principal de las transformaciones que la sociedad le demanda. Ocurre que, según Garavano, el esquema vigente está obsoleto. “En esencia, la Justicia sigue siendo la misma que hace 200 años”, admitió sin embargo a tono con la celebración del Bicentenario de la Independencia.

El ministro macrista diagnosticó que el desafío era empezar a pensar en términos de sistema. “¿Cómo salimos de la situación que nos tiene entrampados? Estamos equivocados si creemos que con más jueces y juzgados será suficiente: no hay presupuesto que aguante. Con más de lo mismo no habrá cambios, ya lo dijo Einstein”, afirmó. Según su criterio, tampoco basta con la actualización de las leyes que establecen las reglas procesales (en Tucumán hay un proyecto de reforma para el fuero penal en estado avanzado mientras que acaba de comenzar la discusión para las áreas civiles). La cuestión radica en pasar de una cultura que “posterga” la solución de los conflictos a otra que los previene o les otorga la salida más temprana posible. “Para esto es muy importante la información: no sabemos qué pasa en nuestros poderes judiciales”, opinó.

Chimichurri

La conferencia organizada por el CAM fue el punto final de una jornada frenética para Garavano y su jefe de Gabinete, Esteban Conte Grand, quienes coincidieron en esta ciudad con Pablo Clusellas, secretario de Legal y Técnica de la Nación (ver nota). El ministro visitó a los consejeros y, luego, a los vocales de la Corte local (lo recibieron Antonio Gandur, Claudia Sbdar y Daniel Posse porque Antonio Estofán estaba en un viaje oficial y René Goane, de licencia por enfermedad); a las autoridades del Colegio de Abogados de la Capital y a funcionarios de Cambiemos; al gobernador Juan Manzur y a los asistentes a las Jornadas de Derecho Público-Administrativo que concluyen hoy. En el medio de ese raid, Garavano tomó nota de los pedidos de Alberto Lebbos, dirigente de la Comisión de Víctimas de la Impunidad (ver texto destacado).

En el Alberdi, el ministro puso énfasis en la necesidad de manejar datos concretos que sirvan para ordenar el caos de la litigiosidad. “El dueño de un puesto de choripanes sabe si necesitará más o menos chimichurri. Eso no sucede en los juzgados, donde falta información básica para organizar el trabajo: no podemos no saber a qué hora vendrán los abogados”, comparó. A continuación y en resumen, planteó que había que sacar provecho del juez, que es el recurso más caro del sistema judicial (el que gana más, y el más difícil de designar y de destituir); resolver los procesos en tiempo oportuno; rendir cuentas y actuar con transparencia. “No sólo hay que ser magistrado, también parecerlo”, recordó. Asimismo, Garavano instó a incorporar una dosis de modernidad como la que puso en marcha en Clusellas -escuchaba la disertación desde la segunda fila- y que ya permitió tramitar los primeros procesos electrónicos en la Casa Rosada. Y advirtió que la clave para una Justicia eficiente era asignar los recursos de forma tal de que produciesen los resultados deseados y no “más de lo mismo”.

“Trampa”

Así como se mostró partidario de eliminar el trámite judicial fundado en una escritura con resabios coloniales, Garavano propuso examinar en forma oral y pública a los aspirantes a magistrados durante la audiencia con miembros del CAM. “Con la prueba escrita ocurre que, de una forma u otra, siempre pueden conocerse de antemano los temas. Hay muchas maneras de hacer trampa”, expresó. Y añadió que los exámenes orales daban rapidez y transparencia al concurso, además de que podían quedar grabados para revisiones posteriores. La observación generó interés en el cuerpo que preside Daniel Posse, quien anticipó que le interesaba sumar al Consejo a la política de gobierno abierto que propicia el macrismo.