Durante la segunda jornada del juicio por el homicidio de Ismael Lucena, los cañones apuntaron contra uno de los imputados, el ex policía Mondino Becero. El principal testigo, Marcelo López, dijo que lo vio golpear con su arma a la víctima mortal. Por su parte, otros dos testigos dijeron haberlo visto pateando en el suelo a López. Además, un perito dijo que cree que la herida que Lucena tenía en la cabeza fue hecha por un golpe realizado con el arma de Becero.

López fue el primero en declarar. Ingresó con ligereza a la sala del juicio. Habló rápido, como si se le amontonaran las palabras.

“Vimos a dos personas en un descampado. Se nos vinieron encima y comenzaron a disparar. Nosotros corrimos hasta que vimos a una persona en un garage. Creíamos que nos querían robar, por eso le pedimos que llamara a la Policía, pero nos mostró un látigo y nos dijo que nos fuéramos. Ahí cruzamos hasta otra casa”, señaló sobre la noche en que murió su amigo.

Esa otra casa era la de la familia Álvarez. Allí fueron alcanzados por Becero. “Vino apuntándonos con una pistola. Ahí le pegó en la cabeza a Ismael, que se largó a llorar. Después me empezaron a pegar a mí, pero no sé quién fue”, expresó. Luego llegó al lugar el otro imputado por homicidio, el también ex policía Arturo Monserrat.

“¡Te voy a matar, chorito!”

López no sabe quién le pegó cuando estaba en el suelo pero sí se acuerda que le dijeron “¡te voy a matar, chorito!”. Los policías, que estaban de civil, habían señalado el lunes que los habían perseguido porque los habían confundido con delincuentes.

“En la comisaría, el oficial (Francisco González, imputado por encubrimiento y falsedad) nos dijo que, o quedábamos detenidos, o firmábamos un acta donde decía que nos habían robado. Firmamos porque queríamos irnos”, agregó el testigo.

López y Lucena primero fueron a un CAPS y luego al Centro de Salud, donde la víctima mortal se desvaneció. Una ambulancia lo trasladó al Hospital Padilla, donde tuvo dos paros cardíacos, varias convulsiones y finalmente murió.

El testimonio no sólo comprometió a González por haber labrado una presunta acta falsa, sino también por amenazas: “En febrero estuvo en mi casa. Me dijo que iba a haber un careo. ‘No te presentes, porque te va a pasar lo mismo que a Lucena’, me dijo”.

Aprehensión violenta

Los dueños de la casa donde redujeron a Lucena y a López dijeron que no alcanzaron a ver quién le pegó al joven fallecido. Sin embargo, ambos señalaron que Becero le pegó a López.

“Sentí un golpe y cuando salí, vi a un joven (Lucena) que se desplomaba. Lo agarré para que no cayera de golpe y lo puse en el piso. Tenía una pequeña mancha de sangre en la cabeza. Después sentí más golpes y vi a una persona armada (sería Mondino) golpeando a otra (López)”, expresó Gabriel Alejandro Álvarez, uno de los dueños de la casa.

Su padre, Miguel Álvarez, dijo una versión similar. “Cuando salí, vi a mi hijo con un muchacho que estaba tirado en el piso sangrando y a una persona armada pegándole a otra”, expresó.

El padre, ex policía, en un momento se emocionó. Fue cuando recordó haber visto a Lucena sangrando, pálido, en la comisaría. “En mis años de servicio, nunca vi algo así”, resaltó.

El arma

El perito Augusto Colombres señaló que la herida que sufrió Lucena pudo haber sido causada por una pistola. En el lugar, se secuestraron tres armas, dos de Monserrat y una de Mondino. Colombres dijo que cree el golpe se lo dio la pistola de Mondino. Cergio Morfil, defensor del imputado, puso énfasis en que esta versión la daba un perito llamado por Roberto Blasco, el defensor de Monserrat, y pidió que trajeran la pistola para que el perito lo graficara.

Cuando el abogado la tomó, Colombres le corrió el brazo y le dijo que podía estar cargada. Incluso los querellantes se alejaron. Por esta situación, uno de los policías presentes tuvo que revisarla para confirmar que no tuviera balas. A pesar de que no las tenía, los jueces le exigieron al defensor que dejara la pistola arriba de la mesa.