Corría la Semana Santa de 1961 cuando el teatro Alberdi recibe en su escenario a la despampanante Nélida Roca, que junto a Pedrito Quartucci encabezaba la compañía de revistas que se presentó en esos días con gran éxito de público. La crónica del 1 de abril de ese año indicaba: después de una espera de más de 45 minutos, el redactor y el fotógrafo de LA GACETA pudieron entrevistar a Nélida Roca, tomar tres placas y someterla a un cuestionario. La bien dotada vedette dio excusas por su demora: necesita 45 minutos para maquillarse toda la piel con una base ocre (desde la cara hasta los pies) con el objeto de que las luces no le den una tonalidad enfermiza que contrastaría con su aspecto de salud y robustez.

El diálogo con la Venus de la calle Corrientes -como se la conocía- se llevó a cabo detrás del escenario y a minutos de salir a escena. La primera pregunta que disparó el cronista fue ¿tiene riesgo el ser vedette? y la respuesta contundente: “Ya lo creo. Vivimos resfriadas. Si el público supiera lo que es trabajar con esta síntesis de ropa en los teatros llenos de corrientes de aire, con temperaturas muy cercanas a 0°, en los invierno húmedos y lluviosos de Buenos Aires, no estarían tan tranquilos en la platea. Luego consideró que la de vedette debería ser una profesión insalubre para explicar que los resfríos, gripes, neumonías y todas aquellas relacionadas con los chiflones, corrientes de aires y bajas temperaturas afectan su salud. Además le respondía al periodista que una parte importante del sueldo se va en aspirinas y antibióticos.

La recordada vedette, que impuso muchas de las modas posteriores (como el “colaless” o la poca ropa debajo de las transparencias, entre otras) comenzó su vida artística a fines de los años 40 cantando tangos y jazz. La descubrió Luis César Amadori y la llevó a la cartelera del Maipo, donde brilló muchos años. Se retiró de los escenarios en 1974 tras protagonizar una revista junto a Susana Giménez y Jorge Porcel.

En Tucumán

Su actuación en Tucumán se extendió hasta el Domingo de Resurrección de 1961. Sin embargo, el elenco en pleno tomó la decisión de no actuar el Viernes Santo. La charla con nuestro diario, que se disparaba entre acto y acto tras bambalinas, también tuvo una pata política cuando se le consultó que opinaba de Alvaro Alsogaray (ministro de Economía en aquellos años). Ella fue clara y contundente: “no entiendo nada de política. Además en este país las cosas cambian tan rápido y los hombres políticos se renuevan tan pronto que quizás si digo algo mañana no le va a servir porque él puede ya no estar donde está”. Casi una premonición, ya que Alsogaray dejó el ministerio, que había asumido en junio de 1959, apenas 20 días después.

A la inevitable consulta de cómo recibió su familia su transformación en vedette para encabezar en 1950 “El Maipo cuenta su historia” dijo: “al principio no les gustó la idea, creyeron que no era verdad; pero luego, cuando vieron el contrato con algunos ceros, cedieron; mi padre por ese entonces era contador de Transportes, hoy está jubilado”. A principios de los 60 fue cabeza del elenco del otro gran teatro de la revista porteña, El Nacional, junto a los famosos Dringue Farías y Adolfo Stray.

La exuberante mujer que reinó en la revista por más de 20 años debió retirarse por problemas de artritis en las rodillas y murió en diciembre de 1999 a los 70 años.