El diario Libertad Digital sacó a la luz una historia conmovedora que tiene como protagonista a Didier Drogba, el delantero estrella de Costa de Marfil y goleador de Chelsea.

Drogba siempre fue un hombre de paz, totalmente comprometido con su país y sobre todo con la paz. No por nada llegó a ser embajador de la ONU. En base a esto, el portal publicó la increíble historia de cuando Didier pudo dar freno a una guerra civil.

LA HISTORIA

En 2005 Costa de Marfil se encontraba en plena guerra civil. Una guerra que había comenzado cuatro años antes, con un golpe de estado que no llegó a concretarse, pero sí se instaló en diversas ciudades, dejando así el país dividido. El sur, regentado por el gobierno; y el norte, dominado por los rebeles.

En octubre de aquel año, el equipo nacional del país lograría un hecho histórico: clasificarse por primera vez para un Mundial. Lo hizo tras imponerse a Sudán por 3-1, en un partido que, lógicamente, fue seguido por toda Costa de Marfil a través de la televisión nacional.

Y entonces, con todos celebrando aquel épico resultado, Droga quiso convertir aquella celebración en un momento trascendental para la historia del país. Arrodillado y rodeado por todos los jugadores étnicamente diversos de la selección, se dirigió a la cámara de la televisión nacional, y comenzó su mensaje:

"Ciudadanos de Costa de Marfil, del norte, sur, este y oeste, os pedimos de rodillas que os perdonéis los unos a los otros. Perdonad. Perdonad. Un gran país como el nuestro no puede rendirse al caos. Dejad vuestras armas y organizad unas elecciones libres"

El mensaje de Drogba caló hondo. Porque el país estaba afectivo en ese momento de gran celebración, y porque necesitaba que alguien le abriera los ojos. Después de más de 4000 muertos en tres años, quién mejor para hacerlo que el mayor ídolo, en esos momentos elevado ya a nivel de leyenda eterna. Una semana después de aquél gesto, los dos bandos acordaron un cese al fuego; era el inicio del fin de la guerra.

Aunque aún había cosas que hacer para terminar con ella. Y Drogba lo sabía. Así, en 2006, cuando recibió el premio a mejor futbolista africano del año, decidió regresar a Costa de Marfil para mostrar el preciado trofeo. Pero no lo hizo a cualquier sitio: viajó a Bouaké, una de las ciudades que habían ocupado los rebeldes opositores al gobierno, y en la que habían instalado su cuartel general. Y ahí volvió a solicitar la unidad del pueblo.

Al año siguiente buscó algo más complicado, y de un mayor simbolismo. Un partido de la selección nacional en la misma ciudad, Bouaké. Era llevar la unidad del país en su máxima expresión al lugar más conflictivo. No fue fácil, pero con la mediación de Drogba las autoridades políticas y futbolísticas accedieron.

Estaba claro que no iba a ser un partido de fútbol cualquiera. Se confirmó cuando varios ministros del gobierno, fuertemente escoltados, entraron en el estadio de Bouaké, el territorio con el que llevaban cinco años en guerra. Entonces, sonó el himno nacional. El presidente de Costa de Marfin y el líder rebelde lo cantaron uno al lado del otro. Drogba supo en ese momento que la Guerra Civil había terminado. "Ver a los dos bandos juntos, cantar al unísono el himno de mi país fue muy especial. Sentí que Costa de Marfil volvía a nacer", declaró el enorme delantero.

No es de extrañar que al día siguiente, tras la victoria de Costa de Marfil por 5 a 0, un diario local titulara "Cinco goles para borrar cinco años de guerra". Ni que al año siguiente a Drogba le incluyeran entre las 100 personas más influyentes del mundo. Él solito había conseguido apaciguar una guerra de difícil fin.

La situación del país sigue siendo inestable. Ya sin guerra civil abierta –a excepción de un capítulo a principios de 2011-, se busca la tranquilidad en el país, y su crecimiento. Así, Drogba continúa con sus labores humanitarias. Actualmente está construyendo cinco hospitales en todo el territorio costamarfileño. Él pone todo el dinero, con una única condición: que los servicios a los niños enfermos sean todos gratuitos. Y así, seguir cumpliendo el que desde hace años afirma es su mayor sueño: ver a Costa de Marfil en paz.