“Esta pieza trata sobre Lauretta después de que las tensiones entre Schicchi y sus futuros suegros llegan a un punto de ruptura que amenaza con separarla de Rinuccio, el joven que ella ama”. Y así comienza “O mio babbino caro”, la tan celebrada aria de la ópera de Puccini, cuenta Silvia Sawayo, que junto al pianista Oscar Buriek, ameniza la tarde de un domingo en el pasaje Grimau y Gálvez al 700, entre Bolívar y Rondeau al 1.000 en el barrio Sur de la capital.

Con el tránsito cortado, alrededor de 50 vecinos de ese pasaje se apropiaron de esos 100 metros para celebrar un “Concierto didáctico”. Ellos mismos impulsaron una iniciativa para sacar a la gente de las casas y volver a la vereda. La consigna era llevar sillas propias para ponerlas en la calle y disfrutar de una tarde única. Una excusa para socializar a través de la cultura. “Todo comenzó cuando nos empezamos a reunir por el tema inseguridad. Nos asaltaban todos los días y decidimos ponerle fin a esa situación”, explicó Pedro Katz, quien vive en el pasaje desde hace décadas. Hace dos años, todos los vecinos del pasaje Grimau y Gálvez al 700 se reunieron para acordar una estrategia para acabar con los robos en la cuadra. Con ayuda de ingenieros y técnicos amigos instalaron una alarma en la cuadra que se enciende con botones antipánico. Cada vecino tiene uno, que aprieta cuando siente ruidos raros en la cuadra o nota algo anormal. “Si vemos un auto que no es de nosotros, o una moto sospechosa, suena la alarma en toda la cuadra”, cuenta Katz. El botón antipánico también cuenta con un interruptor que enciende las luces de las cuadras de la noche, para ahuyentar a posibles delincuentes.

Con una reunión por semana, los vecinos empezaron a conocerse más y quisieron que las juntadas superen lo estrictamente de la inseguridad.

“Somos tan amigos que ya festejamos los cumpleaños en las casas”, cuenta emocionada Mirta Trejo, que vive en el barrio desde que tiene cinco años. “Crecimos acá pero solo nos conocíamos de un ‘Hola y chau’. Con las reuniones, empezamos a hacernos amigos, a conocernos y a ayudarnos en cualquier tema cotidiano”.

La idea de un concierto en la calle surgió de Oscar Buriek, que llamó a Katz un día, sabiendo del proyecto que habían encarado. “Conozco al maestro desde la infancia y él me propuso esta maravillosa idea: recuperar la práctica de salir a la vereda a tomar mate, acompañados de música popular en un contexto popular. Saliéndose un poco de los ámbitos académicos o de elite”, cuenta Katz.

De Schubert a Queen

Con un reportorio que iba desde el Ave María de Schubert hasta canciones de Queen, no solo los vecinos del pasaje se llegaron hasta el pasaje, cautivados por la música. También llegaron los de los alrededores, con sus sillitas y mate a cuestas. “Yo vivo en el pasaje, pero en la otra cuadra, al 800. No sabía de esta movida. Ahora me voy a poner al tanto porque en mi cuadra roban mucho. ¡Me robaron el auto cuatro veces!”, contó, indignado, Maximiliano Caram, sentado en su bicicleta. Sin embargo destacó: “Siempre digo que éste es uno de los pasajes más lindos de Tucumán”.

En cambio, otros se enteraron de la movida por los panfletos que habían tirado los vecinos. “Soy de la Bernabé Aráoz al 700. Me parece excelente la propuesta que hicieron. Siempre que paso por acá está todo tan lindo. Los árboles podados, las veredas limpias”, se sincera Alejandra Albano. Es que no sólo se ocuparon de la instalación de la alarma, sino de pintar los cordones de las calles; y dos policías vigilan por la mañana y la tarde. “Con la ayuda de la Comisaría 2da pudimos conseguir que merodeen dos agentes por día”, señala Rubén Prette que vive en la zona hace 44 años.

Apoyadas sobre la pared de una de las casas, Mónica Torres y su mamá María Rosa Leuco escuchan atentas las melodías. “El próximo encuentro contará con la presencia de Lucho Hoyos, que ya se comunicó conmigo. Queremos que iniciativas como ésta se difundan en todos los barrios y podamos recuperar la vereda como ámbito de socialización y de entretenimiento de los más chicos”, concluyó Katz.