El mundo se le dio vuelta a Roberto Buffo en pocas horas. Tenía decidido armar las valijas y emigrar a Buenos Aires este año, pero en los últimos dos días de 2015 todo cambió.

El pianista fue uno de los cinco concursantes de la convocatoria para elegir al director de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Tucumán, cargo que ocupó entre 2004 y 2009. La selección fue declarada desierta, con cuestionamientos en el dictamen del jurado al trabajo de los músicos, y desde la Secretaría de Extensión universitaria comenzó un proceso de consultas con los referentes de esa formación para definir quién los conduciría durante 2016. Luego de varias jornadas, el elegido fue, precisamente, Buffo.

“No lo esperaba para nada, fue una sorpresa muy grande y todavía no termino de aterrizar. Después de lo que fueron todas las circunstancias del concurso, que son de público conocimiento, me siento muy honrado y agradecido con el voto de confianza que me dieron la UNT y la Orquesta”, le dice a LA GACETA, detrás de pilas de partituras y papeles a medio acomodar, como muchas cosas de su vida.

El maestro se queja, con razón, de que desde principios de diciembre de lo que menos se habló fue de la música, cuando es lo fundamental. Por eso mismo, propone bajar el nivel de conflictividad y ponerse a trabajar para demostrar que se hará una gran temporada y que se puede brillar.

Se ataja veloz ante la pregunta de si volver a estar frente a la Orquesta de la UNT, de donde se fue sin desearlo, es una revancha. “De ninguna manera. Si lo tomase así, estaría empezando con el pie izquierdo y estaría cometiendo un grandísimo error. Pero sí lo siento como una reivindicación”, admite. Es que por varios años se sintió relegado del ámbito universitario, hasta que en 2014 pudo volver a pisar el Centro Cultural Virla, y el año pasado, a dirigir el Concierto Pop de Primavera, su gran invención en 2006, donde despliega su histrionismo.

La transitoriedad lo persigue. El cargo que va a ocupar es por un año, y luego se abre nuevamente el abismo de saber si habrá un nuevo concurso, una ratificación a su labor o una designación de otro director. “No sé qué va a pasar, es una decisión de las autoridades de Extensión. No sé si el concurso es un buen o mal sistema, aunque tengo mi opinión al respecto. Me reservo mi idea, porque lo importante es cerrar ese capítulo”, insiste.

- ¿Cómo vivió el concurso declarado desierto?

- Como concursante tenía mis expectativas, pero el jurado emitió su dictamen y ya. Una persona con mucha experiencia en la UNT me dijo que el único contento es el que gana. No me alegré, sólo sentí que era algo más que me había pasado. Yo tenía decidido irme a vivir a Buenos Aires, pero ahora me quedo en Tucumán. Cuando el jurado me preguntó por qué quería dirigir la Orquesta, le respondí que creía haber hecho bien mi trabajo anterior, y porque necesitaba el cargo. Mi reinserción laboral es fundamental: me estoy poniendo grande y llevo años sin obra social. La designación me soluciona un tema práctico muy importante en lo personal.

- ¿El concurso es un buen mecanismo?

- Es difícil responder. Mi audición fue muy buena, con una clara empatía con la Orquesta. No puedo dar un juicio de opinión sobre cómo actuaron los músicos con los otros concursantes, porque yo fui, dí mi audición y me fui a mi casa; se terminó mi participación. Además, me tocó el primer día por sorteo, y no supe nada más. Sólo escuché los comentarios que escuchó todo el mundo, pero no fui testigo de nada. Algo debo haber hecho bien para recibir el apoyo de los músicos, pero no quiero especular sobre cosas que no sé.

- ¿Cuándo comienza su labor?

- Pasó todo tan a fin de año, así que todavía ni firmé el contrato. Seguramente en febrero todo se va a activar. La Orquesta vuelve el 22 de febrero para preparar su primer concierto en marzo. Todavía no sé con qué abriríamos, tenemos que definirlo con la coordinadora artística Mariana Stámbole, que es muy comprometida y trabajadora en su rol.

- ¿Qué va a pasar con el Megaconcierto de Navidad, que se levantó el año pasado?

- Tanto el Concierto Pop como el Megaconcierto están planeados y agendados, más allá de lo que pueda pasar hasta fin de año. Además, hay dos o tres conciertos específicos para el Bicentenario, y el calendario es más nutrido y con más presentaciones que el año pasado. Hay muchas propuestas de gente de Tucumán que quiere volver a tocar acá, lo que me alegra muchísimo.

- ¿Será el único director o habrá otros invitados?

- Es imposible que yo dirija todos los conciertos de la temporada y tampoco tiene sentido, porque la exposición de los músicos a otros conductores es muy importante. Soy consciente de la singularidad de un director de orquesta, que es única y muy difícil de comparar con otro tipo de trabajo, incluso de cuando era científico. Hay propuestas de directores invitados que seguramente van a estar en Tucumán.



- ¿Qué distingue a la Orquesta de la UNT de otras del país?

- En la Argentina sólo hay tres orquestas sinfónicas profesionales universitarias: Mendoza, San Juan y Tucumán. Somos una singularidad, y no conozco muchos ejemplos más en Latinoamérica. En la UNT su actividad es muy medular desde su fundación en 1948, así que debemos justificarla con una actividad trascendente. Siempre estamos en el ojo de la tormenta. Respondo solamente por mi trabajo: soy consciente de que hay muchas miradas puestas por el Bicentenario y todo lo que pasa en este año, que es una circunstancia histórica única.

- ¿El repertorio se centrará en algún estilo en particular en este año?

- El festejo del 9 de julio amerita que celebremos la música argentina en esta circunstancia, en particular del estilo nacionalista, con dos o tres conciertos. Hay una negligencia de la música culta argentina respecto de los compositores nacionalistas. Por ejemplo, en 2012 se cumplieron 150 años del nacimiento de Alberto Williams, sobre quien estoy escribiendo mi tesis doctoral; entonces se lo recordó para luego caer en el olvido quién sabe por cuánto tiempo más. Sus sinfonías son de un alto desafío técnico, y vamos a tocar alguna. Es cierto que hay música argentina no nacionalista muy buena, pero en este momento creo que debemos centrarnos en este estilo particular por la fecha patria.

- Además se cumplen 100 años del nacimiento de Alberto Ginastera...

- Es otro referente de la composición clásica argentina y sin duda el más importante de todos a nivel internacional. Sin duda tocaremos algo de su obra, pero él no tiene mucha música sinfónica y la que hay, es muy difícil de tocar con partituras que no se consiguen y para formaciones muy grandes. Además, no todos sus trabajos son nacionalistas; sólo su primer período, que es el que más se toca. Las obras posteriores apuntan hacia el dodecafonismo, y su tercer período (luego de 1970) también es nacionalista, pero con una tendencia mucho más moderna. Sé que la Provincia hará una ópera de Ginastera para el 25 de mayo.

- ¿Hay que actualizar la forma de relacionarse con el público?

- Soy un convencido de que en los tiempos que corren y con el hecho de que se tenga el mundo en un celular, hay que aggiornar el repertorio, con conciertos multimediales e interactivos. El éxito central del Concierto Pop, más allá de la música que se toca, es el componente visual de los bailarines, los cantantes y las proyecciones. No hablo de que vayan a desaparecer los conciertos sinfónicos tradicionales, pero sí que hay que trabajar sobre otras prácticas, como incorporar la proyección de imágenes o un componente visual. Por ejemplo, al hacer música impresionista francesa, proyectar cuadros de esa época o fotos de paisajes de ese país en la pantalla enorme que tiene el teatro Alberdi. Asimismo, tiene que haber más música de cámara en Tucumán, en paralelo a la actividad sinfónica. Empezó a hacerse algo, pero debe ser de forma más sistemática y con apoyo institucional, porque potencia las capacidades técnicas de los músicos en toda orquesta.

- ¿Qué aprendió de la anterior gestión, en lo bueno y en lo malo?

- Uno de los problemas es que siempre quiero hacer yo todo; tengo que aprender a delegar, es un tema de mi personalidad. Antes nunca se dio una separación entre los roles artísticos y a los administrativos, y que todo lo haga la misma persona no es bueno, es muy loco e imposible. Por lo bueno, hubo cosas icónicas como el Pop, que lo hicimos por primera vez en 2006 para reunir dinero y comprar timbales. Ahora hay algunas cosas de percusión que le hacen falta a la Orquesta o retapizar las sillas, y hay que ocuparse de ello. No soy dueño de la verdad para nada.

- ¿Dónde quedan los proyectos personales?

- Por la velocidad con que se dieron las cosas, todavía no lo sé. Es medio loco todo, volverán los gloriosos tiempos en que hacía muchas cosas a la vez, sólo que ahora soy 30 años más viejo. Voy a hacer otras cosas, como enseñar en mi casa porque no lo hice nunca en la provincia, para aprovechar lo aprendido; o seguir tocando con el Trío Franco-Argentino. Pero no voy a poder cumplir con todos los compromisos que tenía en Buenos Aires y me invitaron a dirigir nuevamente en Rumania, pero no voy a poder hacerlo.

- ¿Se doctora este año?

- Eso sí, y en la Universidad Católica Argentina, que es muy rigurosa. La tesis está prácticamente terminada, y voy a aprovechar este mes para formatearla y presentarla, sólo quedará la defensa. Seguramente va a superar las 1.000 páginas, y es sobre ciencias sociales a partir de la obra de Williams. Mis doctorados en música en EEUU fueron sobre interpretación, no sobre investigación; lo medular eran los recitales, no lo que escribiese, así que ahora se me complica un poco.

Una trayectoria entre seria y divertida
La seriedad de Roberto Buffo cuando habla de su nueva responsabilidad es la contracara de cuando disfruta al usar máscaras y disfraces en el Concierto Pop de Primavera. Comenzó en el piano que sus abuelos tenían en su Monteros natal hasta recibirse en el Conservatorio Provincial de Música. Como había resistencia familiar, en paralelo estudió y se recibió de farmacéutico y de ingeniero agrónomo en la Universidad Nacional de Tucumán. Tiene maestrías y doctorados en música y en dirección orquestal de las universidades de Kansas y de Minnesota (Estados Unidos), y también un doctorado en Ciencia y Tecnología de Alimentos, aparte de muchos artículos publicados sobre este tema. Dirigió la Orquesta Sinfónica de la UNT entre 2004 y 2009 y la de Chaco (ganó el cargo por concurso) entre 2011 y 2013, además de muchas otras formaciones por invitación.